Capítulo 35

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Pese a que tenía el corazón deshecho, Lali fingió estar bien durante el resto del día. Comieron helado, miraron algunos capítulos de una serie que habían comenzado juntos, volvieron a tener relaciones y cuando ya no sabían más que hacer, salieron a caminar.

Lali tenía una gran plaza frente a su departamento, por lo que ese fue el destino al que recurrieron. El mismo lugar en el que Juan Pedro quería esperarla.

El cielo estaba gris y sin ninguna nube que lo adornase. Pese a que el clima anunciaba una tormenta, el aire estaba libre de humedad. La suave brisa congelaba las mejillas de ambos sin helarlos por completo. Caminaban dando vueltas a la manzana, como si estuvieran perdidos y sin rumbo. Juan Pedro aprovechó el momento para contarle las grandes ideas cinematográficas que le habían surgido la noche anterior.

Sin embargo, Lali no estaba escuchando ni una palabra de lo que decía. Solo oía los murmullos que salían de su boca y se limitaba a asentir, mientras fumaba un cigarrillo que se había consumido rápidamente por el clima.   Sentía que estaba dentro de una película que transcurría permanentemente en cámara lenta y aún peor, que se deshacía tan rápido como el objeto que tenía en la mano.

Juan Pedro la había tomado entre sus manos y la había apreciado por unos segundos. Luego, había tomado el encendedor que cargaba con él para prenderla con tan solo dos movimientos. Lali se estaba quemando. Él la había disfrutado como si fuera un fumador en rehabilitación y aquel fuera el primer cigarrillo que tocaba sus labios después de un largo tiempo. Ella como si fuera el cigarrillo esperando ser tomado por un adicto. Pero al igual que el resto de las cosas, tenía un final. 

Pasó de ser algo tangible a un montón de cenizas desparramadas por el viento.

Su cabeza no la dejaba tranquila. Pensar que aquel sería el último día en que lo vería le revolvía el estómago, sobretodo porque era su decisión. Por eso, quería recordar hasta el último detalle de su rostro: su barba a medio crecer, el pelo alborotado, las pestañas más delicadas que había conocido.

Era una escena que ya había vivido antes, con la diferencia de que ahora era ella quien quería ponerle un punto -¿y coma?- a la relación. Tenía en claro que memorizarlo era el acto más masoquista que podía cometer, pero ya le daba igual. Estaba consumida por dentro.

A pesar del dolor y el enojo, sentía nauseas por ser quien pudiera llegar a causarle dolor. Juan Pedro la había lastimado más que cualquier otra persona en el mundo, pero en ese instante, cargaba con una inocencia que Lali destruiría en pocas horas. Sentía que lo tenía en sus manos y estaba a punto de estrellarlo contra la vereda por la cual estaban caminando; no se sentía para nada cómoda con la situación.

En algún punto, entendía por qué Juan Pedro había dado tantas vueltas cuando quiso dejarla. No era algo fácil ni impulsivo, todo lo contrario. Pero aquello no justificaba el dolor.

-Ey - le dijo Juan Pedro poniéndose delante de ella y chasqueando los dedos - ¿Estás ahí? 

-Me colgué mirando el cielo -mintió Lali y rápidamente intentó arreglar la situación - ¿Qué me estabas diciendo? Ah sí... los planos y las tomas.

-Mmm donde andará esa cabeza - respondió él - los planos los dejamos atrás cuando pasamos por las hamacas - volteó a mirar-  Te estaba hablando de la historia en sí, pero podemos cambiar de tema si queres - exclamó.

Lali pudo ver a través de sus ojos cómo se le rompía el corazón al sentir que ella no tenía interés en sus proyectos. Pese a ser seguro en el exterior, Juan Pedro necesitaba su aprobación para lo que fuera que hiciese. La culpa cada vez se hacía más y más grande dentro de su cuerpo.

InsostenibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora