Estaba decidida a dejar de pensar en Juan Pedro y por eso necesitaba llegar a la facultad lo más rápido posible. Allí tendría muchas cosas en las que poner su mente e incluso personas con quienes divertirse.
Se arrepintió de no haber ido a tomar aquella cerveza con sus amigas la noche anterior, pero a la vez, sentía que lo mejor que le había podido pasar era estar sola. Durante meses imaginó su reacción ante los mensajes de su ex, pero no lo supo hasta que le sucedió y si hubiera estado con gente, tal vez hubiera protagonizado un papelon.
Cuando salió de su departamento el frío le dio un golpe en seco a sus mejillas, que eran la única parte de su cuerpo que no estaba tapada. Se había colocado una campera verde militar y una bufanda para combinar con el resto de las prendas.
El día estaba nublado, pero los colores amarillentos del otoño le generaban una sensación de calidez que amaba. Esta era su estación favorita y no había cosa que le gustara más que escuchar el crujir de las hojas secas bajo sus pies. Siempre que podía, se detenía a sacarle fotos a los árboles desnudos para luego subir a Instagram y compartir cuánto apreciaba el paisaje.
Sin embargo, esta no era la ocasión. Tenía que apurarse para llegar al encuentro de Fátima, quien según los planes armados, la esperaba en el bar de la facultad para almorzar. Como su amiga vivía más cerca del edificio, ella encargaría los platos y luego los retirarían juntas.
Fátima era como su pierna derecha. Con ella podía compartir desde el detalle más mínimo detalle hasta el más grande y además, nunca se cansaban de estar en compañía de la otra. Por eso, lo único que necesitaba era llegar a destino y reírse con sus bromas.
Mientras atravesaba la primera de cuatro cuadras que la separaban de la parada, se colocó los auriculares y subió el volumen al máximo. Siempre que debía salir, utilizaba la misma playlist: un popurri de sus canciones favoritas, desde las más viejas a las nuevas. En aquella lista podía encontrar desde reggaeton y trap hasta melódicos como Reik. Sus artistas favoritos eran Lana del Rey, Camila Cabello y aunque aún no podía escucharlos, los Arctic Monkeys.
Decidió prenderse un cigarrillo para disminuir la ansiedad. Aunque aquello le dejara un aroma repugnante, había llevado perfume suficiente como para taparlo y también, el cepillo de dientes.
Cuando el colectivo llegó, Mariana recién pisaba la vereda. En su interior sintió que algo le estaba saliendo bien, porque podría haberlo perdido y así todo su plan se retrasaría. Luego de pagar, se sentó en uno de los últimos asientos individuales y comenzó a mirar por la ventana.
Lo que más disfrutaba de utilizar el transporte público era imaginarse la vida de las personas que se cruzaba. Aquellos desconocidos que para ella no significaban nada, podían ser el mundo de otro individuo. Incluso, pensaba en que tal vez uno de esos NN que veía en la calle, con el correr del tiempo se podía volver alguien cercano.
Además, Mariana era fanática de imaginar sus profesiones; hábitos; actividades favoritas; sueños; aspiraciones. No sólo lo hacia con sujetos que justo cruzaban la calle cuando el colectivo avanzaba, sino también con los pasajeros. Le despertaba demasiado interés la fugacidad de los momentos y creía que el transporte público era un escenario perfecto.
A pesar de que se subió al colectivo con el objetivo de despejar la cabeza y pensar en las asignaturas del día, el aleatorio de Spotify le jugó una mala pasada. Amaba toda las canciones de la playlist elegida, pero algunas todavía le traían recuerdos de su vida cuando estaba de novia con Juan Pedro.
Photograph de Ed Sheeran comenzó a invadir sus oídos e inmediatamente se trasladó a un día en el que había sido inmensamente feliz.
(***)
Estaban en uno de los parques más lindos del barrio porteño de Palermo y aquella tarde era climáticamente perfecta. Se habían sacado las zapatillas para disfrutar de una comodidad que solo el pasto rozando sus tobillos desnudos podía proporcionarles.
Habían ido de pic-nic y tenían planificado quedarse toda la tarde tirados mirando los árboles. Era un día del fin de semana, por lo que ninguno debía trabajar. Para poder aprovechar su estadía en la naturaleza, habían comprado demasiada comida; sobretodo papas fritas y coca cola.
Recostados uno al lado del otro, conversaban sobre tópicos interesantes y realmente variados: la Segunda Guerra Mundial, la astrología, efectos especiales en películas, peleas que habían tenido con sus amigos y hasta de que nombre le pondrían a la mascota que algún día adoptarían juntos.
Mientras lo escuchaba hablar sobre el plano óptimo para grabar aquel instante, un rayo de luz se coló entre las ramas del árbol que tenían encima y le dio directamente en la cara. Mariana sintió que su corazón se derretía; sin dudas era el ser humano más hermoso que había visto.
Cada vez que se tomaba un instante para contemplarlo, llegaba a la conclusión de que su novio no era real y que no podía existir una persona tan linda en todos los sentidos. Le encantaba físicamente, pero la creatividad que Juan Pedro manejaba era lo que más la había atrapado.
Aquel día creyó que si lo amaba más iba a explotar. Sentía que era su alma gemela y así, mirándolo hablar de sus pasiones, era como quería pasar el resto de su vida. Tenía 18 años, pero sentía que había encontrado a su gran amor.
Cuando la tarde llegó a su fin, ambos tomaron caminos diferentes: él debía ir a lo de un compañero a finalizar un trabajo práctico y ella tenía que madrugar.
Mientras se dirigía a su hogar con una sonrisa inmensa, la canción Photograph sonó por los audífonos.
(***)
Estaba tan sumida en los recuerdos que casi se pasa de su parada. El colectivo la dejaba justo en la esquina de la facultad y eran la una en punto; dentro del caos que era su cabeza, las cosas parecían salirle bien. Rápidamente, mensajeó a su amiga para avisarle que en menos de cinco minutos estaría en el bar del establecimiento y que la esperara con los brazos abiertos, porque sin dudas necesitaba un abrazo.
Llegaron a almorzar justo a tiempo y prácticamente no hablaron de los problemas de Mariana durante el encuentro; los chusmeríos de sus compañeros eran mas entretenidos y divertidos. Aunque sabía que tarde o temprano iba a tener que enfrentarse a la sinceridad de Fátima.
Cursó las primeras cuatro horas y aun así no lograba sacarse a su ex novio de la cabeza. Estaba enojada porque nuevamente le sucedía lo mismo que el día anterior: Juan Pedro ocupaba todos y cada uno de sus pensamientos.
Más tiempo transcurría pensándolo, más sólida se volvía la idea de volver a ponerse en contacto con él. Quería mandarle simplemente un "perdón por la manera en la que te trate ayer, que andes bien" y así dejarlo ir otra vez. Pero algo en su interior le recordaba que si lo hacía, iba a ser demasiado difícil volver a estar bien.
Sin embargo, su impulso le ganó y cuando la profesora comenzó a explicar el tema más difícil de la materia, decidió enviarle un mensaje. Tendría una excusa para no revisar su celular constantemente.