Capítulo 25

532 34 2
                                        

Los días volaron y ambos perdieron la noción del tiempo. Habían pasado diez días desde la noche en la que se habían vuelto a probar y a pesar de que querían pensar, no pudieron resistirse al otro.

A pesar de que tenían horarios caóticos, lograron verse prácticamente todos los días. Lali tenía que rendir parciales y por ende, iba de la facultad a la casa de Fátima para estudiar. Aunque Juan Pedro solía ir a buscarla en taxi para luego dormir en su casa. Si no pasaban la noche juntos, organizaban para desayunar y si no lograban coordinar un horario, cuando Lali salía de la facultad merendaban.

No habían hablado de Julieta y lo sucedido aquella noche porque Lali no quería saber absolutamente nada con ella. Sin embargo,  se había encargado de manifestarle a Juan Pedro cómo se sentía, qué le dolía y qué no quería que volviera a suceder. Sabía que no eran nada, pero a la vez y como tantas veces se había dicho a si misma, lo eran todo. Le costaba un poco desprender la imagen oscura que tenía de su ex - no tan ex- novio, pero quería darle la oportunidad de construir una nueva. Además, aunque intentara luchar contra sus sentimientos, no podía dejar de pensar en él.

Mientras estudiaba, escribía sus iniciales. Si estaba con Fátima, uno de los principales tópicos de conversación era él y si tenía que ejemplificar alguna teoría trataba de buscar ejemplos relacionados con él. Se sentía como si tuviera quince años otra vez.

Estaba teniendo más cerca que nunca a su mejor amigo, al amor de su vida y a la persona que más la había lastimado alguna vez. Por eso sabía que tenía que ser cuidadosa. Pero a pesar de las largas charlas con sus amigas y con ella misma, no lograba quitarse la sensación de que podrían llegar a volver. Es decir, se veían permanentemente; compartían su día a día por mensajes; dormían juntos; tenían relaciones; de a poco comenzaban a hablar de sus sentimientos. Solo faltaba que se enfrentaran a aquella pared llamada pasado que tanto los perseguía.

Lali era consciente de lo que estaba viviendo, pero había pasado tanto tiempo sin sentir que existía, que iba a aprovechar esta oportunidad como si fuera la última. Se levantaba pensando en él y se acostaba -casi siempre- con él, algo que internamente la derretía. Verlo dormir había sido uno de sus pasatiempos favoritos durante la relación, y ahora que lo tenía con ella casi todas las noches, se sentía en el cielo.

A veces pensaba en que Juan Pedro podía ponerle punto final a su fantasía en cualquier momento y aquello la asustaba demasiado. Eran pocos días, pero incontables sentimientos. Por eso, cuando el temor rompía con su tranquilidad, un pensamiento de los días anteriores se hacía presente en su cabeza y era imposible moverlo. Solo un recuerdo bastaba para hacerla sonreír por los ojos.

(***)

Estaban en la casa de él, lugar que había comenzado a habituar y a amar en secreto. Mientras desarmaban el pedido que habían realizado por una aplicación, él le comentaba sobre los tipos de música que habían utilizado en "La estatua mutante". Ya había puesto al día a Lali sobre los rumores faranduleros que circulaban por los pasillos, pero ahora le hablaba de lo que verdaderamente le importaba a él.

Juan Pedro estaba sirviendo las bebidas y acomodando la bandeja en la que llevarían la cena hasta el sillón de espaldas a Lali; a la vez, le comentaba sobre la diferencia entre música diegética y extradiegética, algo que ya le había explicado siendo estudiante.  Ella tenía la tarea de acomodar la pizza de mozzarella en la misma caja en la que había venido para no ensuciar. Pero no podía dejar de mirarlo.

Mientras él continuaba hablando, Lali sintió que estaba en su casa otra vez, en la normalidad que tanto había extrañado. Observaba la curva de su espalda y sus dedos sentían la necesidad de pasar por ahí nuevamente, por si aquella era la última noche en la que lo veía. "Esto puede ser efímero", se repetía Lali constantemente.

InsostenibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora