Mayo estaba a cinco días de llegar a su fin. Las semanas habían volado y ambos ya no tenían noción del tiempo. Llevaban exactamente diecinueve noches pensando sin parar en el otro, pero para ellos, habían sido dos días. Cuando estaban juntos, se desconectaban del mundo exterior y solo se dedicaban a recuperar lo perdido. Porque si bien les parecía una locura llevar casi cuatro semanas juntos, a la vez percibían que nunca se habían separado.
Era un sentimiento difícil de explicar, sobre todo para Juan Pedro, quien a pesar de estar completamente embriagado de Lali no sabía lo que quería. Era un tanto molesto para él no poder decidir, porque por un lado, sentía que no había decisión que tomar debido a cómo se sentía estando con ella. Pero por el otro, no sabía si estaba preparado para volver a sumergirse por completo.
Era una especie de encrucijada interna que se había propuesto resolver sin hacer parte a Lali de ello, pero le había salido al revés. Estaba más que nunca con ella y su presencia lo llenaba de ganas, deseo, motivaciones. De alguna manera, le daba ganas de vivir.
Había pasado los últimos días creando su nuevo proyecto para una ficción. Era una idea que aún estaba a mitad de camino, pero le permitía tener encendida su imaginación y le hacía demasiado bien. Se trataba de una serie fantástica, donde las personas sólo podían actuar en base a lo que realmente sentían; no existían las mentiras, ni los engaños, ni la falsedad. Juan Pedro creía que en un mundo donde sólo existiera la verdad, habría más conflictos que en uno donde pudieran tapar con la mentira. Aún no tenía decidido el nombre y podía cambiar la trama cien veces más, pero estaba entusiasmado y le agradaba sentirse así.
Lali tenía un rol fundamental en la creación de su nueva serie, pero no porque el la necesitara para darle sentido a su obra, sino porque cuando estaban juntos, podían conversar por horas sobre el contenido. Así, Juan Pedro hacía permanentemente lluvia de ideas y recibía las criticas constructivas que necesitaba para continuar. Lali era demasiado detallista, por lo que veía cosas que él no.
El compartir con ella sus planes le generaba una sensación de comodidad que no sabía que extrañaba tanto. Con Julieta, jamás le había sucedido algo parecido. Si bien trabajaban prácticamente de lo mismo, ella no le prestaba tanta atención a lo que él pudiera crear. Juan Pedro sabía que eso no sucedía porque fuera una mala persona o no le interesara en absoluto lo que le contaba, sino que con Lali fluía distinto. En todos los sentidos.
(***)
Lali se había enfocado en rendir los cinco parciales que le iban a permitir regularizar el cuatrimestre. Luego vendrían los finales, pero ya abordaría la cuestión.
Después de tanto esfuerzo y estudio, había aprobado todos con nueve, nota que la calificaba como una de las mejores alumnas dentro de su curso y aquello le generaba demasiada felicidad. No solo porque se materializaban las largas tardes de estudio, sino porque le inspiraba confianza en ella misma.
Desde que Juan Pedro la había dejado, su confianza en si misma se había esfumado. A pesar de que Lali siempre había sido consciente de que sabía hacer muchas cosas bien, consideraba que amar era su capacidad más florecida. La había desarrollado junto a quien alguna vez había sido su mejor amigo y por eso, cuando la relación terminó, dudó de su inteligencia, de su fortaleza e incluso de su belleza física.
Pero tras finalizar aquel año con el mejor promedio del curso, supo que aún con el corazón roto podía lograr lo que fuera y se colocó una muralla académica a su alrededor para jamás volver a desconfiar de si misma. Sus estudios se habían convertido en su prioridad.
A pesar de que Juan Pedro estuviera nuevamente en su vida, no había descuidado sus notas. Había aprendido a equilibrar la confianza que debía tenerse con los halagos que él le hacía sobre su inteligencia, y así, logró cumplir sus objetivos. De alguna manera, verlo todos los días la obligaba a organizarse para poder pasar tiempo con él y aquella presión era la única que necesitaba.