Capítulo 8

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Juan Pedro aún tenía la almohada pegada a la cara cuando su celular empezó a sonar sin parar. El ruido agudo del tono de llamada invadía el ambiente y sentía como le taladraba la cabeza poco a poco.

Era la cuarta vez que lo oía, pero no había querido atender porque estaba demasiado cansado  y quería dormir. La noche anterior había jugado a la play hasta las tres o cuatro de la madrugada; no recordaba bien. Incluso, antes de cerrar los ojos y dedicarse a pensar qué podía hacer con su vida amorosa, había corroborado que la reunión de producción no tenía horario matutino. Si se hacía, seguro era luego del almuerzo. 

Sin embargo, el aparato continuaba sonando a todo volumen y aquello significaba una cosa: la reunión se hacía y debía levantarse.

Desde las sábanas, una mano adormecida tanteó la mesa de luz y tomó el celular. Tenía cinco llamadas perdidas del Chino Darín, el mejor compañero que le había dado "La estatua mutante"

El Chino era hijo de uno de los actores más importantes del país y el protagonista de la tira en cuestión, pero a pesar de que Juan Pedro estaba detrás de cámara y él delante, habían creado una amistad fuertisima. 

Tenían prácticamente la misma edad - el Chino era dos años mayor-, les gustaban las mismas bandas de rock y podían pasar horas bebiendo cualquier sustancia alcohólica en el medio de la nada; en pocas palabras, creaban diversión donde no había. Desde que se conocieron, se habían vuelto como hermanos y sin dudas, tenían demasiados proyectos en mente.

El reloj marcaba las diez y cuarto de la mañana y entre bufidos, Juan Pedro atendió la sexta llamada de su amigo.

-Man, escuchá... Sebastián organizó la reunión hoy temprano y al único salame que encontró despierto fue a mi, así que hoy el ayudante de producción soy yo- dijo el Chino entre carcajadas.

- Estaba re mil dormido boludazo, que gil Sebas por no avisar antes - hizo una pausa para acomodar su voz ronca con un carraspeo - pero ahora me cambió y voy para allá.

- Dale broder, comprame unos cigarrillos en el kiosco de la esquina que ya estoy en la productora y me da paja salir, estoy cagado de frío - expresó su amigo y luego cortó.

Estaba exhausto y sólo quería dormir. Amaba su trabajo pero a veces el equipo era demasiado desorganizado, lo cual le provocaba una incomodidad inmensa a su necesidad de controlar todo.

La noche anterior había decidido jugar a la play para intentar olvidarse de la maraña de pensamientos que tenía y sin embargo, encontró en los jueguitos una perfecta catarsis: mientras hacía goles en el PES, hablaba consigo mismo. Sin dudas, los mejores momentos sucedían cuando menos se los esperaba.

Había cortado con Lali porque necesitaba estar solo, pero dejó pasar pocos meses y volvió a poner en pareja. Primera pregunta que debía responder. ¿Por qué había hecho eso?

Al principio, lo había tomado como una relación sin compromisos, pero como trabajaban en el mismo lugar las cosas se fueron poniendo serias. Compartir tantas horas en el estudio los llevaba a quedarse a dormir permanentemente en la casa del otro; sobretodo en la de Juan Pedro, que estaba ubicado en una de las mejores zonas de la Capital Federal. 

No era millonario, pero con la posición de su familia y las ganancias de sus trabajos, había logrado alquilar un buen departamento. Tenía dos habitaciones y el living separado de la cocina; más el balcón que de lo grande que era parecía un ambiente más.  Era un chico de 23 años y prácticamente tenía la vida -material- resuelta.

Si se ponía a pensar, el tiempo que había pasado con Julieta había sido agradable. Pero tal vez era una distracción de sus problemas o conflictos internos; aquellos por los que había dejado a quien alguna vez había considerado la mujer de su vida.  Segunda pregunta a responder. ¿Qué significaba Julieta en su vida?

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