Capítulo 2

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No podía creer lo que sus ojos estaban leyendo. Juan Pedro Lanzani. Era él. Aquel nombre que tantas veces había escrito en los cuadernos de la facultad con corazones, ahora le causaba una sensación que no podía explicar. El corazón se le retorcía y aquel lugar que le había sido asignado por la biología parecía quedarle chico. 

Le dolía cada centímetro del cuerpo. El pecho le quemaba y el nudo en la garganta comenzaba a ahogarla. ¿Por qué tenía que sucederle esto a ella? Había pasado mucho tiempo desde que ya no estaban juntos. Incluso, había intentado todo para olvidase de él. Pero aún así, con solo leer el nombre de quien había considerado el amor de su vida, se paralizaba. No quería sentirse así. No lo merecía.

Pasó unos cuantos minutos en la misma posición: sentada en la silla, con la cabeza entre las manos y lágrimas cayendo por sus mejillas. Inhalaba y exhalaba con lentitud, tratando de calmar la ansiedad que le recorría el cuerpo; pequeñas punzadas eléctricas la hacían abrazarse con más y más fuerza. 

Se sentía mareada, como si la angustia fuera una inmensa ola que crecía en su interior. No podía ni con las emociones ni con los recuerdos que cruzaron por su mente.  En segundos, la película que había protagonizado junto a él se le impregnó en la memoria:  sorbos de café y panqueques con dulce de leche; la cama desarmada después de horas de estar conociéndose; los Arctic sonando de fondo; el lunar; sus ojos; su piel; las miles de películas que habían analizado; exámenes finales rendidos; aniversarios; cumpleaños; un tercio de su vida.

De alguna manera, el nombre de Juan Pedro había abierto una puerta que se esforzaba por mantener cerrada. No iba a dejar que esto la volviera a destruir, ya había pasado por mucho.

No quería pensar en él, ni en su presente o futuro. No deseaba saber con quién estaba compartiendo su vida, ni tampoco qué hacía profesionalmente. Por más que un destello de orgullo se presentó en su interior al saber que al fin estaba cumpliendo su sueño, el dolor era mayor.

Entre temblores corporales se levantó, tomó unos cuántos vasos de agua para equiparar el llanto y se sentó a terminar la noticia que había empezado hacía casi una hora. Mientras que con una mano sostenía su corazón, con la otra publicaba la nota.  

"Netflix quitó de su catálogo 'La estatua mutante' y estalló el escándalo"

A partir de ese momento, juró que el trabajo sería su prioridad. Pero el fantasma de la última vez que lo vio se hizo presente.

(***)

-Te mereces a alguien que te de el 100% y ya no puedo dártelo- dijo  Juan Pedro con los ojos llenos de lágrimas - Alguien que le devuelva a ese corazón todo lo que da.

- ¿De qué me sirve tener corazón si se acaba de romper en mil pedazos?- expresó Mariana con la voz tan aguda como un hilo - No voy a superarte nunca.

Ninguno de los dos podía parar de llorar. Juan Pedro le repetía que iba a estar bien y que debía apoyarse en sus amigas para salir adelante. Mariana sentía que iba a morirse de dolor en ese instante.

Estuvieron abrazados durante una hora sin soltarse. Solo se escuchaban los sollozos de ambos y de vez en cuando una inhalación profunda. Mariana intentaba respirar su olor para poder retenerlo. Sabía que luego de aquel día tal vez no volverían a verse nunca más. Él la rodeaba con sus brazos como si no quisiera dejarla ir nunca, aunque sus palabras expresaran todo lo contrario.

Rompieron el abrazo solo para darse un último beso. El sabor a sal de las lágrimas contrastaba con la suavidad con la que sus labios se movían. Sus lenguas parecían anudarse en la promesa de amarse para siempre y a la vez de no volverse a ver nunca más.

(***)

Juan Pedro se había recibido hacia un año y con méritos de Técnico Superior en Producción Integral de Televisión. Por su elevado promedio, le habían otorgado una pasantía en una ficción producida por Underground, emitida por Telefe. Sus inusuales observaciones e ingeniosas ideas lo llevaron a lo alto, porque a pesar de ser solo un pasante, destacó más que los empleados estables. Así, el productor general, Sebastián Ortega, le ofreció un trabajo en uno de sus nuevos proyectos.

Se trataba de una serie de Netflix llamada "La estatua mutante" y consistía en una ficción repleta de fantasía. En ella, un joven se enamoraba perdidamente de una de las obras de un museo y esta cobraba vida. La historia era atrapante en cuanto a guión y producción. Juan Pedro estaba fascinado.

Todavía no podía creer como había llegado tan rápido a donde siempre había soñado. Pasaba horas mirando películas y analizando hasta los acontecimientos más desapercibidos. Sin dudas, era un amante de lo audiovisual y quería ser el mejor, no importa cuanto esfuerzo implicara. Tenía un lema para consigo mismo y consistía en dejar de lado la mediocridad.

Le dedicaba días enteros a su nuevo trabajo y este le consumía todas sus energías, tanto físicas como mentales. Sin embargo, cuando llegaba a su casa y estaba vacía, sentía que algo le faltaba. Hacía unos meses había empezado a salir con Julieta, una chica que había conocido trabajando en Telefe.

La estimaba y se divertían mucho juntos. Pero no era ella. A veces, cuando no podía dormir, se replanteaba el haber dejado a Mariana. En lo más profundo de su ser, la extrañaba con locura. Le hubiera gustado compartir con ella sus logros, sobretodo por el apoyo que recibió de su parte mientras era un simple estudiante. Su ex novia era la única con la que había podido hablar de cuestiones técnicas sin aburrirse.

Constantemente quería escribirle para contarle lo lejos que estaba llegando, pero reprimía aquel impulso al acordarse de la última vez que se vieron. Ese día pudo ver cuánto había destruido a quien tanto había amado. Incluso, había jurado dejarla en paz para que pudiera avanzar, así como el quería hacerlo.

Pero... ¿y si le mandaba un mensaje sólo para saber como estaba?


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