Capítulo 30

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Otra semana había llegado a su fin y los días de descanso -o de trabajo para ella- se abrían paso. Por cuestiones de horarios, organización y la no resolución de su situación amorosa, Lali y Juan Pedro no habían compartido departamentos por un tiempo prolongado. Si bien habían dormido juntos algunas noches, ninguno de los dos se había trasladado a la casa del otro.

Juan Pedro le insistía permanentemente, pero Lali utilizaba como excusa el tener que trabajar y estudiar cuando sentía que su corazón estaba por desbordar. 

Aquel sábado era el último previo a que Lali comenzara a rendir los finales que adeudaba del cuatrimestre. A pesar de estar sumergida en las teorías sobre la comunicación, economía, investigación periodística y lenguaje audiovisual, su mente encontraba el espacio perfecto para jugarle una mala pasada. Cuando menos necesitaba acordarse de su situación sentimental, aparecía el recuerdo de la noche que Juan Pedro apareció en el hall con una botella de vino, seguido de la cantidad de veces que habían tenido relaciones y finalizando con la deprimente escena en el cuarto de él.

La mayoría de las tardes estudiaba acompañada de sus compañeras: Candela, Violeta, Sofía y Fátima. Esta última se dedicaba a subirle el ánimo cuando veía que Lali decaía, pero no siempre lo lograba. Cuando finalizaban la jornada, si Juan Pedro no la pasaba a buscar por allí para luego ir a dormir a cualquiera de los dos departamentos, se quedaba en la casa de Fátima. No quería estar sola y menos cuando cargaba con una presión tan grande como lo era la académica.

En el grupo de estudio, Lali era quien dirigía los tópicos. Se encargaba de resumir y pasarles a toda sus compañeras los apuntes, explicarles y luego llevar adelante un repaso general de todos los temas. Era realmente buena explicando, por eso estaba entre sus planes realizar el profesorado. Pero aún faltaba un año para que se recibiera y tenía tiempo de pensar.

Como la semana había sido realmente dura, el viernes por la tarde, cuando ya casi finalizaban la materia que debían rendir el miércoles siguiente, decidieron organizar una salida el sábado por la noche. Hacía unos cuantos días que las peñas que tenían con sus compañeros habían finalizado debido al estudio, por lo que les pareció una excelente idea impulsar una juntada facultativa.

Instantáneamente, el sector masculino del curso dijo que si y comenzaron a idear dónde sería la previa del día siguiente. Qué tomarían, cuánta cantidad debían comprar y a dónde irían. Lali no era fanática de los boliches, por lo que le daba igual cualquier lugar, pero Fátima amaba en exceso la fiesta y quería ir al mejor lugar de la ciudad.

Aquella noche no durmió con Juan Pedro, pero si quedaron en juntarse a desayunar a la mañana siguiente. Lali debía cumplir su horario de trabajo y por eso le pareció una buena idea estar acompañada de su cebador de mates personal. Tenía en la cabeza la salida, por lo que durante unas cuantas horas la angustia que sentía fue tapándose. Pero eso no significaba que no estuviera allí.

(***)

Había pasado una semana completamente inmerso en su nuevo proyecto. Cada vez iba tomando más y más forma, por lo cual estaba demasiad contento. Le encantaba crear cosas que fueran gustándole con el paso del tiempo, porque el mayor problema de Juan Pedro consigo mismo era la perseverancia.

Aspiraba a mucho más que ser asistente y veía en este proyecto la posibilidad de que lo consideren. Tal vez no sería el director, pero asumiría un rol un poco más relevante para él. Buscaba llenar sus ansias de crecimiento profesional con desesperación, pero eso no significaba que hubiera dejado la situación amorosa de lado.

Llevaba mucho tiempo sin saber nada de Julieta, desde aquel día que había finalizado su relación por completo en el bar, ella nunca más le había vuelto a hablar. Y él tampoco. Juan Pedro borró su número decidido a olvidar lo sucedido y consideraba que la situación había quedado en el pasado. Sin embargo, recordaba a la perfección lo que pensó cuando salió de aquel encuentro.

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