Miércoles, jueves y viernes pasaron volando.
Juan Pedro continuó con la rutina propuesta por su jefe y aquello significaba asistir a los programas de televisión. No se sentía cómodo con la idea porque estaba más cómodo detrás de la cámara, pero como ya lo había meditado antes, todo era por trabajo.
Habían asistido a un programa por día y aunque él solo se sentara en una banqueta detrás de los actores y Sebastián, las luces del estudio lo dejaban exhausto. Quería que de una vez se resuelva el problema y volver a rodar, aunque sea un proyecto propio. Necesitaba dejar volar su imaginación con la cámara en la mano y esto le quitaba demasiado la energía.
Estaba cansado, pero era satisfactorio ver cómo los medios no paraban de hablar de la estatua y aquello le llenaba el cuerpo de felicidad. Esperaba que la gente comenzara a arrobar a Netflix en las redes para pedir por su serie y poco a poco sucedía. Según Sebastián, quien estaba obsesionado con las tendencias de Twitter, hacía algunos días los usuarios habían empezado a hablar sobre el proyecto.
Además del trabajo, Juan Pedro se había juntado con el Chino y con otros amigos a cenar. Había propuesto que su casa sea el punto de encuentro y allí pasaba horas jugando a la play. Bebían cerveza, gin, tequila, fernet y campari; cualquier sustancia les venía bien.
Juan Pedro estaba hecho un desastre por dentro y quería taparlo con diversión. Había intercambiado unos pocos mensajes con Julieta en los últimos días, todos haciendo alusión al perdón que no creía merecer. Sin embargo, se sentía libre.
Es decir, Julieta jamás lo había aprisionado pero tal vez tenía razón y necesitaba estar solo. Quería descifrar que era lo que le sucedía consigo mismo. Juan Pedro se quería, pero consideraba que siempre había estado acompañado por alguna mujer que lo impulsaba a ser mejor. Por ende, quería conocerse sin pareja. Necesitaba hacer introspección.
Pero por otro lado, quería ver a Lali con más ganas que nunca. Le había venido demasiado bien tener la semana ocupada para que esta pase rápidamente y llegue el domingo.
Se sentía diferente y aquello era bueno. Incluso el Chino lo había cargado un poco con eso.
- Man te conozco hace poco pero nunca te había visto tan contento - expresó palmeándole la espalda durante un encuentro en su casa - ¿Es por tu ex novia todo esto o que gil?
- Naaaa bro - lanzó Juan Pedro riéndose - Estoy alegre por dos cosas: primero, porque estoy re en pedo y segundo, porque la quiero mucho y hace años que no la veo - dijo enumerando con los dedos.
-¿Pero estás seguro man? Corte la dejaste a Juli y ahora te vas a ver con ella - remarcó el Chino - A mi me podes decir la verdad salame... ¿Querés volver con tu ex? - preguntó sin filtro.
- No salame -respondió haciendo énfasis en la última palabra - No deje a Julieta por Lali. Esto es mas allá de una mina, esto es por mi. Haceme la segunda y no me rompas las pelotas con estas teorías tuyas, por favor -dijo Juan Pedro fulminante y jocoso a la vez.
Lali estaba metida dentro de su ser, aquello no lo podía negar. Aunque era consciente de que no tenía intenciones románticas con ella, estaba distinto. De alguna manera, no podía contener el entusiasmo que le generaba verla.
El viernes por la noche tomó la decisión de raparse. Llegó a su casa pasada la medianoche debido a las reuniones con sus amigos y como lo habían volcado con vino, debía bañarse sí o sí. Durante estos últimos días, el lavarropas de Juan Pedro había funcionado más que nunca.
Antes de ingresar a la ducha, se miró en el espejo y sintió que era el momento correcto. Primero, con unas tijeras corto los mechones más largos; luego tomó la maquina y sin dudar un segundo se peló el centro de la cabeza. Ahora no tenía alternativas: debía finalizar lo que había empezado. Las tiras de pelo caían sobre sus hombros generandole picor y llenando la bacha de suciedad, pero no le importaba.
Mientras continuaba con su corte, jugaba con su reflejo haciendo muecas y riéndose de si mismo. Tal vez había sido una mala idea raparse a la una de la mañana, pero lo necesitaba. Vivía solo y por ende podía hacer lo que se le de la gana. Lo único malo es que debía barrer y estaba cansado, pero finalmente lo hizo. Peor sería el desastre al día siguiente.
Cuando terminó de juntar la montaña de mechones castaños se metió en la ducha. Mientras enjabonaba su cuerpo, recordó el pensamiento que había tenido en el ascensor días atrás: a Lali le gustaba más su pelo así.
Durante la semana, había estado en contacto con Lali. Además de hablar de cómo estaban y cuestiones triviales, él le había preguntado por la facultad. Ella le había comentado un poco de teoría; a Juan Pedro le encantaba adquirir conocimientos nuevos y Lali era demasiado buena explicándole. También, él le había contado sobre los programas a los que asistía e incluso le había comentado su opinión sobre los estudios de televisión. Además, habían decidido en qué lugar se encontrarían.
Hacía poco tiempo había abierto una cervecería cerca de su casa, exactamente a cuatro cuadras. Él la conocía de pasar por delante, pero jamás se había sentado a disfrutar de una pinta. Por ende, le pareció apropiado llevarla a algún lugar nuevo, donde no hubiera marcas del pasado ni recuerdos que los pudieran afectar.
Quería hacer las cosas bien y así como se había cortado el pelo para marcar un antes y un después en su vida, debía comenzar de nuevo con Lali. Sin intenciones amorosas, por supuesto.
(***)
El sábado por la mañana tuvo que asistir al último programa de la agenda semanal y cuando apareció con el pelo corto, muchos no lo reconocieron. Algunos comenzaron a halagar el nuevo look mientras que el Chino, como siempre, empezó a molestarlo diciendo que ahora que salía en la tele, había dejado atrás su fase hippie y se había convertido en tincho.
- Te dije que no me rompieras los huevos Ricardo - le dijo Juan Pedro a su amigo riéndose - Cheto sos vos que te haces la permanente para mantener los rulitos - lanzó a carcajadas.
- Con los rulos no te metas gil - respondió el Chino cruzándose de brazos.
Aquel día fue agotador. Juan Pedro siempre se sentaba en una banqueta detrás de sus compañeros, porque solo iba a hacer presencia. Pero luego de un corte, desde producción le solicitaron que se sentara delante.
La idea no lo entusiasmaba en lo más mínimo, pero Sebastián lo miró con ojos de "es trabajo" y tuvo que ubicarse donde le indicaron.
Al volver a salir al aire, la conductora le hizo algunas preguntas sobre su labor, algo que nunca había sucedido antes. Incluso, Juan Pedro se sorprendió cuando luego de poner las redes sociales de "La estatua mutante", la del Chino y otros actores más, pusieron las suyas.
Juan Pedro tenia Instagram desde hacía tiempo, pero solo subía historias de vez en cuando. No era una persona demasiado activa ni pendiente de ellas, pero le gustaba mirar fotos del resto. Incluso, su cuenta era privada y no tenía sus iniciales. Por ende, no sabía como lo habían encontrado.
A pesar de que en su interior estaba incomodo, sonreía a cámara. Instantáneamente sintió como su celular vibraba en el bolsillo y cuando tuvo oportunidad, observó la razón: tenía cientos de solicitudes de seguimiento.
(***)
Cuando finalmente estuvo en su departamento, decidió limpiar un poco el desastre que había quedado de algunas noches anteriores. No había aceptado a ningún usuario que lo había seguido, porque aquella era su cuenta personal. Solo si Sebastián se lo pedía, abriría otra, pero por el momento estaba negado.
Pasó toda la tarde acomodando su hogar y decidió quedarse allí el resto del día.
Al notar que el sábado llegaba a su fin, una sonrisa apareció rápidamente en su rostro. Mañana vería a Lali. Al fin había llegado el domingo.