Capítulo 33

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Mientras esperaba que el ascensor subiera, una punzada de angustia se plantó en su pecho. Estuvo a punto de ingresar nuevamente al departamento para darle un beso a Lali para ocupar el tiempo en algo que realmente valiera la pena, pero dejó la idea de lado cuando el gran armatoste que iba a transportarlo apareció.

Mientras bajaba los pocos pisos hasta la puerta, pensó en que apenas subiera, le iba a decir como se sentía. Su intuición le indicaba que algo no estaba bien, pero iba más allá de la situación en la que estaban. Ya no era por la discusión que habían tenido, ni por la inseguridad o el miedo; la había notado distante -más que nunca- y no respondió a sus besos como solía hacerlo. Es decir, semanas atrás, con un simple beso habrían terminado desnudos en cuestión de minutos. Pero esta vez ella lo había cortado en cuestión de segundos.

Pagó el helado y volvió a subir. Se miró en el espejo que adornaba el ascensor y repitió unas cuantas veces "no seas cagón, vos podes, es Lali". Sin embargo, cuando su mano rodeó el frío pomo de la puerta, la seguridad se desvaneció tan rápido como una burbuja en el aire.

-Ya estoy de vuelta - lanzó Juan Pedro apenas ingresó - Uff, que pinta tiene eso - continuó con una sonrisa. Lali lo estaba esperando sentada en la mesa mientras scrolleaba la pantalla de su celular y recién levantó la mirada cuando él se sentó junto a ella.

-Lo cocinaste vos, solo lo serví - respondió con la voz endurecida aún mirando el celular - Espero que este rico - continuó dejando el aparato a un costado y tomando el tenedor.

-¿Pasó algo? - preguntó él acariciándole la espalda - Cuando baje no estabas así ¿Te retaron en el laburo? 

-No no, no es nada - dijo Lali levantando la mirada - Todo bien en el laburo, estaba mirando un par de noticias más - tragó saliva - ¿Comemos?

-Comamos - hizo una breve pausa y al notar que Lali había bajado la mirada nuevamente al plato volvió a hablar - ¿Segura que estás bien?

-Si si, no te preocupes - respondió con una sonrisa falsa. A kilómetros se notaba que Lali estaba haciendo grandes esfuerzos para no llorar.

-Si me preocupo y lo sabes linda. Baje dos minutos y cuando volví de repente estabas así - expresó con tono afligido - Decime que pasa y lo hablamos todo lo que quieras... Ahora o después de comer.

-Después de comer me parece mejor - soltó Lali apoyando su mano sobre la de él - Comamos antes de que se enfríe.

Ambos comenzaron a engullir los fideos mirándose de manera esporádica. Juan Pedro daba grandes bocados y la comida desaparecía rápidamente, mientras que Lali se limitaba a comer con gran lentitud. Él quería hablar, decirle todo lo que había pensado de camino a buscar el helado, pero tenía miedo de arruinar el momento; ella quería conversar luego de la comida y respetaría eso. Pero no iba a quedarse callado, algún tema tenía que encontrar dentro de su misteriosa cabeza.

-No sabes lo en pedo que se pusieron los chicos ayer -soltó para sorpresa de los dos. Por dentro, se insultó a sí mismo por no tener una mejor idea. Sin embargo, Lali lo miró levantando las cejas en señal de interés y continuó con el relato - Después del asadaso tomamos como ocho fernets entre todos y algunos quebraron antes de que lleguen las chicas.

-Ufff, me imaginó - respondió ella con una leve sonrisa - Que playitos son tus amigos, con dos vasos ya están en cualquiera - comentó.

-Son unos giles bárbaros, pero la pasamos re bien - dijo él - Hacia mucho no nos juntábamos y nos reíamos así. A veces me gusta estar con gente que no es del medio... bue, como si yo fuera importante ¿no? - se interrumpió a sí mismo - pero me divierte salir del mundo de Ortega.

InsostenibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora