Capítulo 21

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El reloj no llegaba a marcar la una de la tarde, por  lo que Juan Pedro tenía más que tiempo suficiente para resolver su ausencia al programa. Si bien decirle que no a Sebastián era algo que lo ponía un tanto nervioso e incomodo, era por una situación de fuerza mayor. O al menos eso sostenía en su mente.

Para él, Ortega era una persona a la cual admiraba con todo su ser. No solo por quien era profesionalmente, sino en la relación del día a día. Cuando Juan Pedro era un simple pasante, Sebastián confió en él  y se lo llevó directamente a trabajar a su productora. Aquel gesto valía demasiado, por eso siempre quería cumplir al pie de la letra con lo que pedía su jefe.

Tenían una relación profesional pero también informal; no eran amigos, pero Juan Pedro estaba al tanto de cuestiones sobre la vida privada de su jefe, como por ejemplo, la situación amorosa y no por lo que se filtraba en los medios de comunicación. Algún día, él esperaba ser tan buen productor como Sebastián y el agradecimiento que tenía, jamás se lo iba a poder demostrar.

Por eso se le revolvía un poco el estómago. Tenía claro que Ortega no iba a reaccionar mal, pero desde que comenzó el tour de programas, le había pedido especialmente que asistiera a todos por su aspecto físico. Recién una semana después, los televidentes habían caído en la trampa de Sebastián y las redes de Juan Pedro estaban por explotar.

Esa noche tenían una participación especial en Telefe, es decir, en su casa. Aquello complicaba todavía más la situación, porque probablemente Sebastián tendría en mente algún plan para que Juan Pedro se suelte un poco más. 

Aún le costaba comprender la obsesión de su jefe por él y todavía no se acostumbraba a la idea de estar expuesto. Quería quedarse para siempre detrás de cámara y ponerse en frente de ella lo justo y necesario.

Entre todos los pensamientos que estaban deambulando por su mente, hubo uno que le dio tranquilidad y que podría ejecutar en minutos. Necesitaba hablar con alguien sobre lo que le estaba sucediendo con Lali y también, buscar una excusa coherente para ausentarse en el programa. Tenía que ser alguien que conociera más que él a Sebastián y esa persona era el Chino.

Sin dudarlo, marcó su número y lo llamó. Apenas salió la voz de su amigo por el altoparlante, le bastó con decirle que en media hora estaría almorzando en un bar donde se juntaban regularmente para obtener un "listo gil, nos vemos ahí".

Se cambió lo más rápido que pudo y comenzó a escribir un breve texto para enviarle a su jefe; tenía que hacer un poco de tiempo para salir y esta era una buena manera. Iba a dejar el mensaje guardado en el grupo que tenía consigo mismo, pero el objetivo era realizar una especie de tormenta de ideas y luego encontrar las palabras correctas para redactar.

"Sebas, como va? Se que el programa de hoy es importantisimo y por eso te escribo tan temprano. Quería saber si había chances de que no asista...Nada es mas importante que el trabajo para mi y creo que pude demostrártelo durante el tiempo que nos conocemos. Pero me surgió algo que estoy esperando hace mucho tiempo, mas del que creía, y tiene que ser si o si hoy. Esta noche"

Cuando finalizó de escribir ideas sueltas, se sintió un poco tonto. Estaba escribiéndole a Sebastián como si fuera a renunciar a su trabajo, pero a la vez, no quería faltarle el respeto y buscaba ser completamente serio.Por eso necesitaba con urgencia la ayuda del Chino y en ese instante -por suerte- recibió un mensaje de su amigo. "Estoy abajo, salí".

El Chino tenía su propio auto y Juan Pedro salía beneficiado de eso la mayoría de las veces. Sobre todo cuando tenían planes hasta tarde y luego debía volverse a su casa. Vivían relativamente cerca y por eso su amigo se ofrecía permanentemente. Habían quedado que se encontraban directamente en el bar, pero le había venido excelente este pequeño traslado.

InsostenibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora