Estaba tomando un largo café para sobrellevar el día que tenía por delante. El amargor del sabor era lo que más necesitaba, nótese la ironía. Lo había sustituido por una copa de madeira. Consideró que le ayudaría a sentirse más despierto. No tenía muchos asuntos que atender, iría al club y practicaría un poco de boxeo para poder ejercitarse. No se movería tan ágilmente como antes, pero al menos, estaría mejor. Quería estampar sus puños contra un saco de arena y desquitarse cierta frustración que llevaba en él. La compañía de Florence le hacía más ameno el pasar del día a día, mas no lo hacía con su ánimo, que se estancaba en el barro. Pudiera despertar su deseo, sus ansias, que luego se apagaban cuando el lecho estaba frío. Ahí, regresaba con más fuerza el hastío. La culpa no era de ella, que lo hacía enardecer con su toque y acaricias.
Sino él, que estaba vacío. Hueco.
Alguien tocó antes de entrar. No creyó que fuera la meretriz porque le gustaba dormir hasta muy tarde. Así fue, era el mayordomo que traía consigo una bandeja y en ella había un papel que destacaba sobre la superficie plateada.
Carraspeó para hacerse notar.
— Sir, sé que no se debe molestarle en su desayuno, pero le ha llegado esto para usted.
Recogió la nota, dejando el café en la mesa. La miró con una ceja enarcada y se limpió la boca con la servilleta que tenía en el regazo.
— No pone remitente.
— Lo ha traído un chiquillo de la calle — no le dio más detalles, así que concluyó que tendría que conformarse con esa explicación.
Pero no se conformó.
— ¿Un niño? ¿Por qué?
— No lo sé, sir.
— Puede retirarse. Gracias.
Ni tampoco estaba metida en un sobre. ¡Qué manera más extraña de recibir una carta! La evaluó con la mirada antes de desdoblarla por la mitad y comenzar a leerla. Al principio, con confusión. Luego, empezó a entender y atar cabos.
Ella sabía quién era, pero él no.
Muy astuto, pensó con una sonrisa que dibujó en sus labios que no demostró la hilera de sus dientes. La dobló bien, tal como le había llegado. No le quitó la mirada de encima, preguntándose cuál sería su siguiente paso con aquella señorita desconocida.
Había dado en el clavo, no la conocía. Ella a él, tampoco.
Por lo tanto, si hubiera llegado a conocer una cuarta parte de él, sabría que un "no" como respuesta no era, ni será suficiente para su persona. Esa nota no había cumplido con su misión, lo que le causaría una gran pena hacia la joven.
Sí, una lástima que no pudiera complacerla. Mas no, con él, que con su mirada malintencionada o ausente de maldad le había llamado su atención.
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Espero poder hacer los capítulos más largos
🙏🙏🙏🙏🙏
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Miénteme © #4 Saga Matrimonios
Historical FictionLa historia de lady Samantha hubiera sido la continuación de me odiarás, pero esta la ha guardado en un cajón debido a la poca inspiración que iba teniendo. No la dejaré por mucho tiempo guardada ya que he pensado que será la última de la saga. Sí...