Capítulo 27 (segunda parte)

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¿Alguna vez reconoció que era un masoquista? ¿Le gustaba el sufrimiento adentrarse en sus venas? Otra explicación que no encontraba el sentido común cuando una cosa tan simple como echar la crema pudiera volverse una tortura y disfrutar de ella.

- ¿Qué pasó con tu cojera?

Bry intentó aparentar tranquilidad cuando las manos de él no ayudaban mucho a estarlo. Si quería demostrarle que no se dejaría llevar por una pataleta, tendría que fingir. Sí, fingir.

- Te ha entrado ahora la curiosidad.

No era una pregunta, sino una afirmación.

Creyó que no le respondería, ni que seguiría con el masaje hasta que le oyó decir:

- Fue mi prima.

Frunció el ceño porque no se esperó que la causa fuera aquella, o mejor dicho, la causante fuera ella.

- Cuando se enteró de lo que hice, no se lo tomó muy bien. Para dejarme claro su posición, el no verme más en la vida y no acercarme a ella, me disparó en el pie. De ahí la razón de mi cojera. ¿Satisfecha?

No lo estaba. Contrariada consigo misma, apartó el rostro.

- Supongo que era el precio que tenías que pagar.

- Puede ser. De alguna forma debía darme cuenta de mi tozudez y del daño que hice.

La joven se llevó las rodillas al pecho, dejando que él tuviera las manos vacías. Esbozó una sonrisa que fue sardónica.

- ¿No te ha gustado el cuento? - enarcó una de sus cejas.

- No es eso.

Movió la cabeza en un gracioso movimiento, recordándole una vez más su halo de inocencia que la envolvía.

Para su sorpresa, ella se deslizó sobre la colcha hasta situarse enfrente de él. Sus ojos lo buscaron, buscaron dentro de su alma.

- ¿Te dolió que lo hiciera?

- Más me dolió su desprecio.

No podía olvidar de que muchos años la había tenido en sus pensamientos. Eso Bry era algo que no podía luchar, ni igualar. Se mordió el labio para no suspirar.

- Entiendo que te cause rechazo - malinterpretando su silencio -. Como bien sabes no fui un santo. La prueba de ello es mi cojera. Entenderé que quieras dormir esta noche sola.

No le dio oportunidad alguna a la réplica.

Sin embargo, por la otra parte, para Bry había sido otro golpe que asimilar. No le gustaba que su cojera se debiera a ella. Aunque se lo hubiera buscado y se lo merecía por... su enamoramiento, sentía un ardor carcomiéndole. Era muy molesto. Apoyó la barbilla encima de las rodillas.

Ahora él se había ido de sus aposentos.

¿Por qué tuvo que preguntarle y estropearlo todo?

Lo más difícil le estaba siendo era lidiar con sus sentimientos. Toparse de nuevo con el fantasma de la prima los había revuelto como si se tratara de un avispero.

Si no era la amante, era la prima. Si no la prima, era la amante.

Pero ninguna de ellas estaba en sus vidas. Al menos, no estaban bajo el mismo techo.

Su mirada se deslizó por la puerta.

Edward no iba a deshacer sus pasos y volver en esa noche a la habitación. Era un hecho como el llover en Londres todos los días.

- Edward...

Miénteme © #4 Saga MatrimoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora