Mini adelanto

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Sé que os corto, pero no quería dejaros sin un trozo al menos. 

Nos leemos pronto!!!

😘😘😘😘😘😘

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Bryanne se quedó sin respiración.

¿Cómo podía no hacerlo? Sus clavándose profundamente dentro de la carne. Le creyó con la gran fuerza con que sus latidos bombeaban su corazón. Con la misma intensidad con que se lo decían sus ojos. No había mentiras en ellos. Quiso corresponderle con la misma intención, pero se vio interrumpida por el grito del cochero anunciándoles su llegada al hogar, dejando el momento, aparentemente, atascado en el tiempo y espacio.

Edward volvió a su rol de ángel cuidador cuando tuvieron que apear del carruaje, ayudándola tal como había hecho antes, encerrándose en su cascarón y no volviendo hacer mención a su confesión. Tampoco tuvo oportunidad de hablarle ni cuando llegó y los criados observaron de su pie malherido. Sonrojada subió con su esposo que la alzó de nuevo en sus brazos.

— Jackson, ¿el dormitorio de la señora está listo?

— Sí, tal como lo ordenó. ¿Necesitáis algo más? Señora, ¿estáis bien?

— Gracias por preguntar; estoy bien.

— Si quiere le subimos más tarde la cena — se ofreció el ama de llaves.

— Sí, más tarde...

— Por favor, ahora lo que necesita es descansar. Cualquier pregunta que tengáis, ya os responderé cuando baje. De mientras, ocupaos de vuestras tareas.

Así les hizo callar y no hubo más preguntas. 

Lord Portier subió a su esposa, esta no se quejó, aprovechándose de lo que le permitía ese abrazo. No duró mucho tiempo porque la distancia entre la escalera y su alcoba no era grande. Así que cuando se adentraron en la habitación, tampoco estuvieron solos. Evie la estaba esperando.

— ¿Cómo encontráis? ¿Os duele el pie? — le preguntó con una clara preocupación en su rostro.

Edward la dejó en la cama y Bry lamentó de que se hubiera apartado.

— Bien — le parecía que lo iba a decir mucho la palabra —.  El doctor le ha restado importancia. No me he roto el hueso, solo me he dañado el músculo.

— Te dejaré descansar — dijo Portier.

Bry intercambió una mirada con su doncella que esta entendió perfectamente. Salió de la habitación con la boquita cerrada. En cambio Edward no se fue tan rápido; ella sí, le cogió de la chaqueta.

— ¿Quieres algo que te traiga? — preguntó malinterpretando su gesto —.  ¿Una manta? ¿Tienes sed? Puedo pedirte que te traigan un vaso de agua.

Negó con la cabeza, provocándole confusión.

— Entonces...

Lo tenía claro. No sabía si él lo estaría. Esperaba que sí. 

— No quiero que te vayas; ni te alejes como si no te sintieras merecedor de ello. Quédate a mi lado. 

Miénteme © #4 Saga MatrimoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora