Capítulo 6 (mini)

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Pero Henrietta Madison no tenía ese pensamiento. Quería que su hija hiciera un buen matrimonio costara lo que le costara, aunque no contara con la aprobación de ella y dijera que tenía problemas de corazón.

No se la creyó ni por un momento. La conocía tan bien como la palma de su mano, para eso la había parido.

Lord Resford era el mejor candidato, según su opinión. Nadie, ni nada le iba a cambiar de parecer. Además, no se equivocaba. Cuando llegó a su casa una invitación por parte del caballero a montar un paseo para el fin de semana, a cuatro días de la fecha actual, a la dama le dio un yu-yu. Tanto que arrastró a su hija a la tienda de la más codiciada modista. Le importó bien poco las protestas y el hecho de que no tuviera cita. Así que, cuando llegaron, se presentaron las dos con las respiraciones agitadas y los sombreros casi caídos de la cabeza. Sus moños iban por el mismo camino, como las tartas derretidas que iban hacia el suelo.

A Bryone que casi le había dado un vahído, tuvo que apoyarse en el resquicio de la puerta mientras recuperaba el aliento.

- Disculpad, ¿tenéis cita?

Miró a su madre, diciéndole que se lo había advertido, pero eso no le importó a la mujer, que no tuvo la mínima vergüenza y el reparo en fingir que se le había olvidado en pedir dicha cita y que era urgente que la atendiera. A veces, como aquella, la dejaba sin palabras por el gran poder que tenía sus actuaciones.

Nadie podía derrotar a Henrietta en dramatismo. Con razón, su progenitor alzaba la bandera de derrota antes de tiempo.

- Te dejo con la compañía de Evie - la pobre las había alcanzado con tanto aceleramiento, que cuando lo hizo, no entendió nada -. Buscaré en la sombrerería tocados bonitos. Va a estar fantástica, ya lo verás. Por favor - se dirigió a la dependienta - que la tela del traje de montar escogida sea la más exquisita. El pagaré se lo envía a mi marido, a lord Madison. Os dejo al cuidado de mi pequeña.

Bry quería que la tierra se la tragara cuando notó todas las miradas en ella.

Bien, mamá. Mira lo que has conseguido. Por si no fuera poco en unos minutos iba a tener centenares de alfileres apuntando a su carne mientras aguantaba la respiración.

¡Era un maravilloso plan!

¡Un maravilloso y divertido plan!

Se estaba partiendo de la risa.

No le hacía ni una pizquita de gracia.

Miénteme © #4 Saga MatrimoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora