- Si me quedo, no seré responsable de mis actos.
Jadeó cuando la tumbó en la cama y se cerniese sobre ella como águila hacia el animal, sin llegar a tocarlo. El corazón comenzó una loca carrera, cuyos latidos tronaron en sus oídos.
- Asumiré el riesgo.
No pudo decir nada más porque notó más la cercanía de su esposo. Arqueó su espalda; había depositado sus labios en el lateral de su cuello.
- No tienes idea de cuánto me estoy conteniendo. Además, debes reposar y dejar que tu pie se cure - como si quisiera recordarle sobre su pie vendado, se deslizó hacia abajo sin dejar caer el peso de su cuerpo sobre ella, sin rozarla siquiera, poniéndolo todo al límite de querer ser acariciado y no lo era, y lo sostuvo con delicadeza entre sus manos.
Ella se apoyó con sus codos para observarlo mejor y no perderse ningún detalle de lo que le estaba haciendo. Incluso, aunque solo fuera un gesto amable como el que estaba teniendo, temblaba con su tacto.
- Podrías hacerte más daño del que te has hecho - tuvo que corregirse porque la palabra "amable" se quedó corto para lo que le estaba haciendo, o más bien se redujo a cenizas cuando inició un juego más perverso aún. Besó la zona vendada, donde estaba el tobillo y ascendió hasta tocar la piel de su pantorrilla, provocando que ciertas punzadas la atravesaran y la dejaran temblorosa -. No sería un buen marido si descuidara de ti.
- No lo harías - tuvo que tragar saliva para poder hablar.
- No deberías confiar mucho en mí, esposa mía.
- ¿Y qué si lo hago? - no le gustaba oírle decir aquello -. ¿Y qué si ya confío en ti?
De pronto, él cambió de posición, y tumbada de nuevo, lo miró. No reculó en sus palabras. Ni tampoco rehuyó de él. El brillo de sus ojos era fiero y la subyugaba. No podía escapar de él ni de lo que sentía.
- Te podrías decepcionar.
Antes de que pudiera replicarle, se adelantó con otro movimiento, inesperado, pero sí muy deseado. La besó con ahínco, sin dejar nada en el tintero. La besó provocando en ella la necesidad de retorcerse con su cuerpo, que claramente, respondió y se retorció con sus besos. Los dedos de su esposa se enredaron en sus cabellos, transmitiéndole un delicioso y placentero cosquilleo que le atravesó por la columna.
- Ahhh - se apartó, aunque no del todo, le costó respirar como si hubiera corrido una maratón-. Me matas.
El verla sonrojada, con los labios abiertos e hinchados y los cabellos desparramados por la colcha, acrecentó más las ansias que tenía hacia su esposa.
- No más de lo que siento yo.
Sus labios volvieron a unirse y gimieron cuando el deseo los azotó de nuevo. Aun así, Edward no quiso sobrepasarse, aunque se moría por estar con ella.
- Si sigo, te lastimaré.
- Nooo - no le ayudó el hecho de que le besara la frente como si se tratara de darle un caramelo, como premio de consolación-. No es justo.
- Tienes que descansar.
Bry frunció la nariz, dejándole claro que no estaba muy conforme.
- Sabes una cosa, es de mala educación dejar con las mieles en los labios.
- ¿Las mieles? - preguntó jocoso, atreviéndose a rizar más el rizo.
- Sí - no pudo evitar que sonara enfadada y frustrada. Porque estaba muy frustrada -. Ahora mismo odio tus dones de caballerosidad.
Sin poderlo evitar, la besó, pero no duró mucho tiempo porque se apartó antes de arrepentirse.
- Aunque no lo creas, me lo agradecerás.
De eso, no estaba tan segura y más cuando sentía la sangre correr como lava espesa. Puso los ojos en blanco y le dio la espalda. Ya buscaría una manera de devolvérsela. Con ese pensamiento, se quedó un poco satisfecha. Solo un poco. Tenía que encontrar una que fuera muy efectiva. Para su sorpresa, percibió un peso hundirse en la cama. Sorprendida, lo miró por encima de su hombro.
- ¿Qué haces? - estaba todavía ofuscada porque no había seguido con... eso.
- Quedarme contigo - como si fuera una cosa muy obvia, el muy... ajeno a sus deseos, cerró los ojos y la abrazó, atrayendo su espalda hacia su torso -. A dormirse, pequeña.
Apretó los labios y giró la cara. ¿Cómo iba a poder dormirse? Sin embargo, algo tuvo de razón porque unos segundos después, ya sería por el cansancio o por todas las emociones juntas, que no pensó en nada más y se rindió ante el sueño.
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Miénteme © #4 Saga Matrimonios
Ficção HistóricaLa historia de lady Samantha hubiera sido la continuación de me odiarás, pero esta la ha guardado en un cajón debido a la poca inspiración que iba teniendo. No la dejaré por mucho tiempo guardada ya que he pensado que será la última de la saga. Sí...