19. Odias el anochecer.

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— Ji Min no quiero que hables con desconocidos, sin mi supervisión.  — Yoon Gi exclamó temblando sin dejar de caminar, sujetando las muñecas del rubio quién frunció el ceño, más no rechistó como lo hizo Moka quién no había dejado de chillar durante las tres cuadras que ya habían caminado

Finalmente al topar la primera esquina, él mayor detuvo el constante caminar a falta de aire.

— Yoon Gi... — Susurró él rubio quedando frente al otro mientras soltaba el agarré en su muñeca.
— ¿Quién es ella? — Pregunto sin dejar de ver los preocupantes ojos del mayor quién con la sola mención de dicha mujer, tenso todo su cuerpo.
Nadie, no es nadie... — Gruñó.
— Solo no hables con personas peligrosas, ¿Vale? — Respondió antes de interrumpir los pensamientos de Ji Min, al inclinarse a besar sus labios,
abandonando el típico roce al que Ji Min estaba bastante familiarizado por lo que la intromisión repentina, le hizo jadear. Yoon Gi por otra parte introdujo en un jugoso beso la necesidad en algo más suplicante que cierta muestra de amor, al no poder decirlo en voz alta.

Él rubio al entrar en un leve trance no se permitió cerrar los ojos al igual que Yoon Gi, si esto le negaría el placer de mirar la dicha frente a sus ojos al recibir; los mordidas suaves, el amor y sobre todo la protección en él. Repetiría una y otra vez, lo mismo de siempre.

Fue y será siempre él indicado, su ideal, la mitad necesaria para acompletar su abismo en si mismo, y la guía para su merecida eternidad en el fin de los tiempos. Él correspondía su destinó.

Al separarse, Ji Min sintió el frío atrapar la calidez de sus labios quiénes seguramente brillaban por la misma saliva compartida de ambos.

— Otra vez... — Susurró él menor, apenas y pudo mirar a Yoon Gi sonreír tímido por los hechos que le hacían llegar a la cúspide de sus impulsos.
— ¿Podría? — Pregunto bajito.
— Lo hiciste antes, no puedes retractar tus actos ahora. — Gruñó el menor, antes de estirar los labios. Esperando por el mismo tacto que hacía cosquillas en todo su estómago, y parte de sus piernas quiénes querían flaquear.

Yoon Gi quiso maldecir a la mera necesidad humana tras permitirse sentir por segunda vez en aquel día, los pomposos labios del menor, que para ser bastante realista, encajaban perfectamente en los suyos.

Ji Min gimió sintiéndose complacido al ser tomado en un apretado abrazo.

— Aquí... — Pausó, escuchando en si mismo el constante palpitar de su corazón, quién al parecer iba a colapsar si no controlaba sus emociones. —Aquí va a salirse si continúas besándome. — Exclamó Ji Min, recuperando la estabilidad en su respiración. Al sentirse mareado por el tumulto de emociones que atacaban el pobre ser que era ahora junto al mayor.
— Tú corazoncito está a salvó, cariño. — Pausó colocando la palma de su mano justamente en su pecho, sintiendo el peso de sus palabras al acelerar el ritmo cardíaco del menor.
— Ahora vayamos a casa, quiero escucharte repetir que no es un sueño lo nuestro. — Ji Min asintió, tomando la mano izquierda del mayor para así entrelazar ambas y empezar a caminar nuevamente hacía lo que ellos llamaban su hogar, en dicha casa qué afortunadamente no estaba tan lejos.
— Nunca fuimos un sueño, Yoon Gi-ah... — Pausó. — Nosotros estamos hechos para encajar así pasen 300 vidas.
— ¿Cuando aprendiste a expresarte así, bolita de pelos? — Exclamó avergonzando él mayor, al sentirse repentinamente sonrojado.
— En la televisión, ¿Está mal? — Puchereo el menor, antes de fijar su atención en Moka quién ahora movía la cola al ritmo de sus pasos.
— No, en realidad solo es... único.
— Intente buscar al zorrito rosa, pero encontré a un par hablando y se besaban... — Yoon Gi alzó las cejas sorprendido al escuchar aquella información; en sus pequeños momentos privados de Ji Min esté andaba jugando con el control presionado hasta más no poder, con tal de encontrar a dicho zorrito rosado que tanto le gustaba ver por las tardes.

▪️EN LA PENUMBRA DEL OLVIDÓ || PJM ✧ MYG ▪️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora