#Beatriz
Busque lo que pensé haber visto pero no había nadie. Me decidí por regresar y vi a los chicos reír a carcajadas. A lo lejos vi a Daphney que me hacia una señal para que me acercara. Cuando me acerque no podía creer lo que habían hecho y hasta me pareció cruel, pero ¿que puedes esperar de más de 68 hombres juntos? Nada bueno.
El idibécil estaba con las manos atadas levantadas en un poste de los que proporcionaba luz al parque, estaba sin camisa y con varios golpes ya morados mientras sus pies descansaban sobre un hormiguero.
–Creo que es suficiente –aviso y ante mi voz soltaron al chico.
–Te maldigo maldita zorr... –no termino cuando un balón de fútbol aterrizó en su cara.
–Lo siento se me escapo –gritó Jake y se encogió de hombros.
–Como sea –hago un ademán con la mano para que lo olviden–, ahora diré quienes entraron al grupo y esos que entren nos veremos el miércoles.
Luego de dar todas las instrucciones y avisos regrese a mi casa. Llega a cenar y caí rendida ante este día tan agotador. Raramente mientras cerraba los ojos pensaba en un color de ojos. Ya no eran los hermosos ojos azules, estos eran gris. Trate de recordar de quienes eran esos ojos, pero el sueño me venció.
***
Si tú sabes colar café, cuélame este paquete. Si tú sabes colar café, cuélame este paquete.
Repetía una y otra vez mi alarma. Si es sensual la canción de la alarma.
Aunque yo fui quien activo la alarma igual miro para confirmar 5:00 a.m.
Ayer adelante la alarma una hora y no crean que es para llegar temprano, si no para crear mi venganza. Tome un balde de pintura luminosa color rosa y para que sea un buen efecto la pintura es una de aceite. Baje a la cocina y tome dos huevos, los batí lo regué en la entrada de su habitación con líquido de lavar platos. Corrí a el baño y coloqué la pintura en un lugar que Steven no lo viera. Amarré el pote de pintura a un cordón que justo cuando abra la pluma esta se verterá sobre el como el agua.
Se que el pensará que mi broma solo fue el líquido lavaplatos y el huevo, por eso no se dará cuenta de la pintura hasta que esté totalmente rosa. Soy una genio.
Todas las mañanas cuando suena la alarma mi hermano hace exactamente lo mismo. Ya que es costumbre y lo hace dormido. Así que tome ventaja de eso.
En su escuela él está en natación, lo que hice fue cambiar todo su conjunto a un color rosa. Hice todo perfectamente, corrí a mi habitación, me bañé en el baño de visita y salí sin que papá y mamá lo notaran.
Al lado de mi casa había un árbol del cual hacia conexión con la habitación de Steven y la de invitados lo que significaba que lo podía ver.
Subí lo más rápido posible, de forma que veo cuando se le venta, camina hasta la puerta y se cae. Después de lo que me pareció diez minutos lo veo salir del baño con la cara rosa del coraje ¿o será la pintura? No lo sé. Veo que se está jalando el pelo y buscando en su armario.
Comienzo la cuenta 1...2...3...4...5.
– ¡Aaahhh! –grita, su cabello rubio ahora es rosa y hasta su piel pálida, supongo que hice un buen trabajo– ¡Beatriz Andersen, maldito aborto fallido! ¡Juro vengarme! ¡lo juro! –cuando termina de gritar mira al árbol y sonrío. Me tiro y corro lo más rápido que puedo.
Ya lejos de mi casa veo a un chico de espalda y no sé por qué, pero ese trastero se me hace conocido. Tal parece que sintió mi vista porque se giró y me sonrió de lado. Sigo caminando y le paso por el lado sin mirarlo cuando siento que me toman del brazo.
–¿Me tratas de ignorar? –me susurra muy de cerca. Un escalofrío corre por mi espina dorsal y trato de ocultarlo lo mejor que puedo.
–Eso intento, pero eres tan irresistible –le susurro de igual manera y le muerdo la oreja lo más fuerte que puedo. Me separa de golpe, me mira asombrado y veo que su oreja que se le salta la sangre.
Sin esperar me toma de la cintura y se acerca hasta mi cuello para morderme y le doy un golpe en la parte de atrás de la cabeza.
–Que no eres Drácula, si eso es lo que crees –hago una mueca y él me fulmina llevándose la mano a su oreja–. Si querías probar de mi sangre solo me lo decías y ya.
–¿Si te pido sangre me la darías? –pregunta Jared.
–¿Por qué no? –me encojo de hombros–, ayer me llego "Andrés" –le explico y él hace una mueca en respuesta.
Suerte una carcajada al notar que vomitara. ¿En realidad tanto asco le da? y eso que no le hable de los coaguló de sangre. Sacudo la cabeza para sacar los asquerosos pensamientos y le veo a Jared mirar tras de mí. Miro atrás y al hacerlo me encuentro con que no hay nadie. Miro al frente y contengo la respiración ya que tengo a Jared a pocos centímetros de mí. Me inspecciona como si buscara algo y su mirada finaliza en mis labios.
¡Este chico me volverá loca! Si sigue así no me resistiré y entonces será mi fin. Lo aparto y simulo una cara de asco. Aunque todos saben que en mi interior estoy que lo cojo y lo viro como media. Debo tranquilizar mis hormonas.
–Jared estoy siendo muy amable contigo, pero para la próxima no responderé, entonces...
– ¿Entonces qué? –pregunta retándome. Chocando su pecho con el mío y su mirada fija en mí, con actitud de macho alfa.
–No me interrumpas –le reprendo–, entonces yo seré quien te lo pique y se lo daré de comer a mi serpiente –termino y lo trato de mirar con indiferencia.
– ¿Tienes una serpiente? –pregunta y se cruza de brazos arqueando una ceja. A decir verdad, se ve muy sexy.
–No, pero en mi patio hay muchas lombrices y ten por seguro que se lo comerán –afirmó con tal seguridad que le provoque una carcajada a Jared–. Idiota.
***
Llegue a la escuela con Jared que seguía burlándose de mis súper lombrices. Cuando al fin toco la campana fuimos juntos a la primera clase de la mañana.
El señor Robinson.
Entramos a la clase a tiempo y nos sentamos. El profesor comenzó hablar sobre aviso de examen, si examen y solo es el segundo día. Estaba pensando en cómo papá y mamá me castigarían por la mala broma a Steven cuando un chico de voz conocida interrumpe la clase.
–Profesor, yo tengo una inquietud.
–Dígame con gusto le aclaro su inquietud –responde amablemente el señor Robinson.
–¿Es usted el hijo de Robin? –el maestro lo mira dudoso y entrecierra los ojos.
–No –niega–, ¿por qué?
–Es que ayer estuve pensando en su apellido –de fondo algunos chicos comienzan a gritarle gay. Idiotas–. Si lo piensa, su apellido es Robin y le sigue son, pues Robin hijo, por eso el Robinson.
Todos miraron a semejante idiota y uno que otro se burló. Cuando me fijé de quien era me le reí en la cara como un cerdo retrasado. Se trataba de Ian.
–Me ha interrumpido la clase solo para insinuar que soy hijo de Robin, así que en el trabajo de hoy tiene cero. ¿Alguien se le quiere unir? –todos niegan– me parece bien.
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Holaaaa
¡Espero que les guste! Si no le echare esas tenebrosas lombrices.
Besos y abrazos. Chao. Chao.
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Fingiendo ser gay©
Dla nastolatkówBien, soy una chica para nada normal de 17 años. La razón es simples amo los deportes. ¿El problema? Fácil, los idiota de mi instituto no permiten que chicas jueguen ningún deporte y para mi el deporte es mi vida, así que no me quedo de otra de fin...