Han pasado varias semanas y estaba segura de algo, no deseaba vivir de los recuerdos. No quiero ver las cenizas de mi madre, ni una tumba, quería que siguiera viva, algo lógico ¿no? Los días pasaban y seguía sumida en el fallecimiento de mi madre ¿me pueden culpar por eso? No hasta donde sé. Sabía que debía seguir adelante pero tenía la ilusión de que todo volviera a ser como "antes" y parecer una familia feliz, pero de un momento a otro perdimos cualquier tipo de esperanza. Al menos tengo a Steven, Sara, Mike, los chicos y muy a mi pesar debo admitir que Ramona también.
–Beatriz, ¿estás bien? –pregunta Sara al entrar en mi cueva.
–Aún no sé cómo creí que después de todo este tiempo algo volvería hacer como antes –suelto una risita sin gracia–, lo peor es que sabiendo el resultado me arriesgué y permití que me lastimara.
–Nadie sabe que depara el futuro B, compartiste con ella hasta los últimos momentos y como en un pasado ahora debes continuar, debe ser fuerte no sólo por ti, también por Steven.
Sabía que tenía razón pero me molestaba, no quiero que sea como el pasado...
–Abajo hay un hombre –coloca una mano en mi hombro pero no giro a mirarla.
—No me interesa.
—Es un abogado, al parecer Carlota sabía que moriría más pronto de lo que creía y ha dejado un mensaje para ustedes —gire de golpe y la mire con el ceño fruncido.
¿Mamá dejo un mensaje? ¿Para nosotros?
Me levante de la cama sin pensarlo y baje las escaleras corriendo, lo cierto es que de camino me desequilibre por tanto tiempo sin moverme de mi cama.
En la sala se encontraba un hombre con semblante serio que nos pidió que nos sentara. Saca de un maletín negro en cuero un disco, lo conectó y preparó el televisor. Cuando termino de cargar salió el rostro de mamá con una sonrisa triste.
No lo podía creer, era ella. Se arreglaba el cabello que reconocí como su peluca rubia. Se aclara la garganta y se me forma un nudo en la garganta con una fuerte presión en el pecho. No quería llorar, no debo llorar, ¡fuerza Beatriz! Debes ser fuerte... Soy fuerte...
—Hola chicos, espero que a pesar de la situación se encuentren bien, los cuatro. Mis niños los amo y lo siento, me encantaría verlos luchar por sus sueños, conocer mis nietos y cumplir con mi papel de madre. Aunque claro está que no estoy físicamente pero si espiritual. Sara, Mike, gracias por salvar a mis hijos que también son los suyos y amarlos con el alma. Son padres geniales –sonríe y veo a Sara llorar abrazada a Mike—. Con lo poco que compartí lo pude notar, me siento feliz y tranquila de que sean feliz.
» Beatriz, mi princesa, deseo que no te ocultes más y seas tú, feliz con Jared. Me siento feliz al haber sido una testigo más de su gran amor, aún así no nietos tan pronto —suelta una risita—. No abandones tus sueños, hazme sentir orgullosa, no solo a mí, sino a ti misma. Para ser libres hay que enfrentar sus miedos y no deseo nada con tanta fuerza que lo seas. No estarás sola, todos te apoyaran y aunque no me veas yo estaré ahí.
» Steven, mi pequeño gigante, mi príncipe sonriente. Debo admitir que te escuche cantar y tocar la guitarra, ¡eres fantástico! No lo digo solo porque eres mi hijo, sino porque es la verdad. No quieras complacer a los demás, has lo que realmente amas y eso es ser toda una estrella pero no nadando, sino tocando. Yo fui cantante —sonríe—, es cierto que solo cantaba en pequeños lugares pero de seguro tú serás mejor y brillaras como una estrella. Debo decir que eres muy activo y al igual que Beatriz pido protección —ríe.
» Los amo y no quiero que sufran. Ya lo hicieron una vez y por mi culpa, no quiero que vuelvan a pasar lo mismo otra vez, ni por mi culpa, ni por nadie –su mirada se torna de triste a una llena de culpabilidad–. Serán grandes, los amo no lo olviden. Sara, Mike, gracias otra vez, siempre les estaré agradecida. Siempre estaré orgullosa tomen la decisión que tomen.
Sonríe con tristeza, lanzando un beso y diciendo adiós con la mano el video se corta. Trago fuerte, mi respiración es pesada y siento que me ahogo.
No sé qué sentir, que hacer, solo sé que corrí a mi habitación y sin pensarlo me cambie de ropa. Le pedí las cenizas de mi madre a Sara y tome la mano de Steven para ir lejos. Iba a liberarla, que fuera libre.
Después de al menos dos horas escalando con mi hermano, estábamos en la cima, todo era hermoso. Las hojas eran como bronce, pronto se caerían, ya estamos en invierno. El viento era frío a la vez refrescante. Lista abrí el frasco y libero el contenido.
–Eres libre mamá –susurré–, como siempre lo has sido. Te amo y aunque te extrañare al menos ya no sufres.
Steven me abraza fuerte, más fuerte que nuca. Duramos mucho tiempo de esa forma hasta que vimos que ya oscurecía y decidimos regresar. Mamá tenía razón, enfrentaría mi mayor miedo, el ser obligada a dejar el equipo, pero ¿para qué seguir así?
***
Otro día más, en las clases me sentaba sola, no me acercaba a los chicos y claramente trataba de estar sola. Ellos me entendían y por más que intentaban que me reuniera con ellos con el tiempo se rindieron. Es verdad que han pasado semanas, pero todo es como si hubiera pasado ayer. No podía echar a perder mi vida pero el simple intento de sonreír me molestaba. No era buena compañía para nadie y todo se volvería incomodo, más de lo normal.
Entrenaba sola mientras los demás estaban en la cafetería. Después de tantos días en cama debía estirar los músculos y volver a ponerme en forma, aunque en estos momentos deseo tirarme a la cama a dormir mientras me quejo del dolor de mis piernas.
Alguien me toma por la espalda y me da vueltas. Suelto un grito por la sorpresa, me da un beso en la curvatura del cuello mientras me aprieta a él. Me separo para mirarlo con disgusto. Sé que él no lo hace de mala intención y lo menos que quiero es lastimar a mi pared, pero quiero estar sola.
–Lo siento solo quería estar contigo –se acerca a mí y doy un paso atrás.
–No, además, el entrenador está aquí.
–Bueno, pero ¿te veré luego?
–Solo aléjate de mí –susurro.
–Beatriz, yo te amo pero no puedo entenderte, no así –se pasa una mano por el rostro y suspira–. Quiero estar contigo, que sepas que te apoyo y que cuentas conmigo, pero solo te alejas, me alejas... Si solo te soy una molestia te dejare tranquila, no me acerco y si es posible, no sabrás nada de mí.
–¿Me estas dejando? –susurro incrédula.
–¿Puedo estar cerca de ti?
–No.
–Ahí está la respuesta.
Dio media vuelta sin mirar atrás, ni siquiera por mi intensa mirada clavada en su nuca. Quería detenerlo, todo mi ser gritaba que corriera a buscarlo, que no fuera idiota y que no perdiera lo mejor que tengo, pero era tarde, ni siquiera su cabellera era visible. Reaccione tarde, lo suficiente para solo caer de rodillas y no poder moverme.
No sé qué pasa conmigo pero no puedo continuar así, esta no soy yo y maldita sea, esto no podía acabar así.
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Triste... ¡Pero no llorar que falta lo mejor!
P.D.: No verifique lo horrores ortográficos, de ver uno búrlense, que más da xD
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Fingiendo ser gay©
Teen FictionBien, soy una chica para nada normal de 17 años. La razón es simples amo los deportes. ¿El problema? Fácil, los idiota de mi instituto no permiten que chicas jueguen ningún deporte y para mi el deporte es mi vida, así que no me quedo de otra de fin...