Capítulo 59: Las palabras pesan más

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El jefe mayor de las Muertes Blancas tocó a la puerta de Ezequiel, quien abrió con una sonrisa.

-Hola. ¿Está Nirelle contigo? -su vergüenza se veía con facilidad.

-Estaba. ¿Quieres pasar?

-No. Gracias.

-Pasa -menciona el de Negro antes de que el contrario se marchara, él tenía un semblante decaído, sin embargo, decidió hacerlo, pues sabía que Ezequiel insistiría-. Toma asiento.

-Supongo que me vas a pedir que no la busque por ahora -ambos avanzaron hasta sentarse en el sofá.

-Así es, ella necesita espacio, pero no te guarda rencor -Esteban tenía la cabeza y mirada baja y preocupada-. No sé mucho sobre tu pasado y el de ella, pero me contó sobre un incidente donde la protegiste.

-¿Un incidente? -lo miró extrañado.

-¿Quisieras contarme?

Aquel suceso era algo que a la Muerte Blanca número 1 le pesaba en su interior, cuando 616 comenzó a trabajar sólo se presentaba a entregar reportes, pero a pesar de que sólo llegaba a eso, siempre era hostigada por los demás, en especial por sus compañeros del elemento de la luz.

-Deberías hacer algo -habla Kira, la jefe mayor de las Muertes Rojas.

-¿Por qué debería? Ella es una Muerte Negra, en todo caso debe ser su nueva superior quien la defienda.

-Pero tus subordinados son quienes más la acosan. Esteban, ella es constantemente el centro de las burlas, le han arrojado pintura roja, esto ya lleva 200 años, ya es un milagro que haya aguantado tanto para no desaparecer.

Aún cuando esa acción de mancharla era infantil, optaban por una simple travesura.

-Entonces se está tardando.

-¡Esteban! -Kira alzó la voz denotando su enojo, pues su compañero hablaba con desprecio- Ella no tiene la culpa de nada, no la puedes hacer pagar por las decisiones de su padre. Y ese nombre que le has puesto. ¿El pecado de la vida? ¿Es enserio?

-No sé qué hablas.

-¿Qué no sabes? Por favor, sé perfectamente que has sido tú. Esteban, si sigues dejando que esto pase, te vas arrepentir.

La joven caminaba saliendo del edificio de su departamento, un globo con pintura roja le fue arrojado a la cara, eran tres Muertes Blancas, ellos eran quienes más insistían en molestarla con esa broma tonta.

-No deberías estar aquí, error -eran las palabras que la hacían mirar al suelo con tristeza.

Otros dos globos fueron lanzados manchándola más, en ese momento los ojos de la chica se ponían llorosos, otro de los sujetos iba a lanzar un globo más cuando un Cadejo le saltó encima mordiéndole el brazo.

-Ya es suficiente, Arlet -expresa una joven de cabello blanco, guadaña en mano y túnica blanca, a lo que el can lo suelta y se acerca a la chica-. Espero que esta vez aprendan que no deben meterse con ella.

-¡Kim! -ladra con enojo el hombre al que el perro mordió- ¡No deberías defender a ese fenómeno!

-Una palabra más y te hago desaparecer. Ahora largo -la chica golpeó con fuerza el suelo con su arma.

-Maldita sea, Kim, te vas arrepentir de protegerla -el sujeto acató la orden de mala gana y se fue junto a los otros.

-¿Qué demonios están viendo? ¡Largo! -se dirige con furia hacia los presentes que sólo observaban- Nadie la ayudó.

Soy la Muerte [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora