Capítulo 65: Una fiesta

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Un grupo de gente reunida alrededor de una tumba en el cementerio, Elrick estaba cargando a su hijo con familiares y amigos acompañándole, había Muertes presentes y visibles, pero con vestimenta formal dándole el pésame, la familia de Amiel también estaba ahí al igual que el mayor, sin embargo, un notorio ser no había ido, o mejor dicho, no se mostraba cerca.
Nirelle está apartada viendo desde lejos a quienes se despedían de Sara, observando fijamente a su amigo con su hijo.

—Amiel, ¿cómo esta Nirelle? —preguntó Esteban.

—¿Cómo crees que va a estar? Se la pasa llorando y disculpándose —el mayor respondió con toque de desagrado—. Sabían lo mucho que le iba a pesar.

—Sí, y créeme cuando te digo que a nosotros también nos duele lo que está pasando. Sin embargo...

—Sí, lo sé —interrumpió bufando irritado—, es su trabajo. Aun así…

—Por favor, sólo sigue con ella —Amiel no contestó, miró al frente respondiendo a esa petición en su mente como si fuera lo más obvio del mundo.

En ese momento, Elrick caminó hasta ambas criaturas para preguntar por Nirelle, cosa que ambos negaron con la cabeza en forma de respuesta hacia el dolor que ella sentía.
El joven suspiró y pidió al vampiro que le dijera que necesitaba hablar con la ella, sin embargo, la chica jamás aceptó.
Constantemente él iba a visitar la casa de los Antediluvianos para tratar de verla, pero Nirelle siempre le evitaba escapando por su portal.

—Lo siento, ella se fue de nuevo —dijo Amiel haciendo que Elrick soltara un suspiro.

—Ya han pasado 5 años, no puede seguir así, para empezar nunca la culpé —Amiel notaba cierta molestia en la voz del hombre, le causaba cierta gracia, así que le tomó el hombro en apoyo. Elrick volvió a suspirar—. Sé que ha estado visitando a Neizan todas las noches y contándole historias, además de hablarle sobre Sara, él mismo me lo dijo. Es muy lindo por parte de ella.

—Lo sé —ambos miraron por la ventana al pequeño montando a Gon y jugando con los mellizos, Jaziel y Haka, mientras que Lena, Sem y Hiram observaban riendo.

—Bien, dale mis saludos. Ya volveré luego —dice saliendo al patio para llamar a su hijo.

—Hasta luego tío Amiel, tíos Adir y Adif, tío Jaziel, tío Hiram, tía Lena, tío Sem, tío Haka y Gon —el menor de cabello oscuro un poco largo que llegaba hasta sus orejas y con la característica peculiar de tener algunos mechones blancos, movía la mano inquietamente para despedirse de todos—. Díganle a Nirelle que la quiero mucho.

Después de haberse ido, Amiel subió al risco sabiendo que allí encontraría a su amada viendo desde lejos.

—Sigue preguntando por ti —mencionó con suavidad mirándola decaída.

—No puedo verlo —ella no tenía el valor de regresar la mirada.

—Ya pasaron cinco años, él no te culpa y está preocupado por ti. Debes hablar con Elrick, además sabes que no necesitas esconderte para ver a Neizan.

—Simplemente no puedo —abrazó sus piernas flexionadas ocultando su cara para llorar—. Lo he intentado, lo juro, pero cada vez que trato de acercarme a Elrick mis lágrimas salen. Siento mucha culpa.

—Nirelle —se sentó a abrazarla haciendo que ella corresponda el gesto. Le hizo subir la cara limpiando su rostro con delicadeza mientras no le dejaba de sonreír—, no puedes seguir así, lo sabes. Ellos te necesitan y tú a ellos. En especial Elrick. Así que como la estrellita que eres, brilla otra vez.

Bajó a besarla con ternura, transmitiendo esa compañía y apoyo a su amada que una vez separaron sus bocas, se quedaron abrazados mientras el hombre acariciaba sus cabellos y tarareaba para ella.

Soy la Muerte [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora