Capítulo 9: Venganza

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Ayuda... Ayúdenme...

Una joven de dieciséis años se encontraba aterrada en una casa abandonada. Estaba en una habitación donde había un pentagrama dibujado en el suelo, varias velas negras, una copa de vino al que le había vertido un poco de su sangre y una daga.

616 entró a la casa, caminó hasta el centro de la habitación donde se encontraba el pentagrama dibujado, y la joven en una esquina se abrazaba a sus piernas mientras temblaba y ocultaba su cara por el terror que sentía.

—Invocar fuerzas desconocidas sin siquiera el conocimiento adecuado. Muy osado de tu parte, muchacha.

Expresó la Muerte habiendo tomado una de las velas negras que se encontraba en el pentagrama, la movía con ligereza teniendo el rostro inexpresivo.

—¿Y todo por qué? Por un tonto deseo de venganza —arrojó con desgano la vela por un lado—. Levanta la cara —ordenó. La humana estaba temblando aún más del miedo cuando escuchó a 616—. No lo repetiré de nuevo. Levanta la cara.

A la chica no le quedó de otra que obedecer. Vio a la Muerte con la guadaña en mano y los ojos rojos brillando en la penumbra, sólo habiendo un poco de luz por unas cuantas velas que estaban encendidas.

—Por lo que veo aquí, no tienes ni la menor idea de lo que estabas haciendo.

—Yo... —habló con el temblar en su voz—, sólo quería que él pagara por lo que me hizo...

—Lo que te hizo ¿eh?

—¡Él me engañó!

—¡Basta! —616 golpeó el suelo con el palo de su guadaña— ¿Crees que es justificación para que intentes tomar venganza con energía maligna? —sus palabras resonaron por el espacio vacío haciendo más tenso el ambiente— Te comportas como un bebé al que le quitaron su juguete. Responde esto, ¿quieres morir?

—¿Qué? —la muchacha estaba entrando en un ataque de pánico.

—¿Quieres morir? Porque ahora mismo puedo llevarte al otro lado. Y nos ahorramos que lo que acabas de liberar te destroce.

Justo en el instante en que 616 dijo eso, se escuchó un rugido que hizo a la chica comenzar a llorar y a rezar con desesperación.

—Oh vamos, ¿vas a hacer eso después de tratar de hacer un rito satánico?

—Lo siento. Lo siento... No quiero morir. Ayúdame —suplicaba entre sollozos.

—Lo haré —esto hizo a la chica poner una cara de esperanza—. Con una condición.

—¿Cuál es? —preguntó aterrada.

—No intentes tomar venganza de nuevo. Mucho menos de esta forma.

—Pero... ¡Él es un bastardo! —lloró— Me utilizó, sólo quería acostarse conmigo y luego me botó... como si no fuera nada... —las lágrimas de la chica corrían con fuerza.

—No importa —dijo suave—. Te entregaste con amor, quédate con ese lindo recuerdo. Las cosas que haces, buenas y malas, siempre regresan, si bien puede que no obtenga el castigo en vida, en muerte, nadie escapa a su destino —la chica paró de llorar por un momento—. ¿Entiendes? Deja la venganza.

—Sí, lo prometo. ¡Lo prometo!

—De acuerdo —dijo otorgándole una sonrisa a la chica—. Muéstrame el vínculo.

—¿El vínculo?

—Traes algo que es especial para ti, algo que representa la unión que tenías con él. Muéstramelo.

—¡Si! —por un momento no había entendido, pero cuando lo hizo la menor sacó una fotografía donde se encontraba ella y el chico que era su novio.

Soy la Muerte [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora