Estando de vuelta en la mansión, Amiel se encontraba durmiendo en la cama, las heridas estaban sanando debido a que sus poderes de vampiro habían regresado. La menor trataba lo mejor que podía para no llorar, aunque sus lágrimas corrían por sus mejillas.
—Lo siento mucho. Por mi culpa está así —el sentimiento le ganó en pronunciar esas palabras.
—No tienes que disculparte —mencionó Amanda de forma amable.
Todos estaban en la habitación con el mayor. Por suerte, Lamec e Izan habían salido antes de que todo pasara y no volverían sino hasta el día de mañana.
—Niña —habló Hiram—.Te he dicho que dejes de llorar. Más vale que cuando mi hermano despierte, lo recibas con una sonrisa —ella afirmó secando sus lágrimas.
—Bien, todos salgan —mencionó Amanda poniendo regalando su sonrisa—. Hay que dejarlo descansar.
—¿Puedo quedarme? —la chiquilla pidió apretando sus telas sucias.
—Claro. Avísanos si pasa algo —le acarició la cabeza con lentitud—. Te traeré comida luego.
—Toma esto —Lena le entregó a la menor un cambio de ropa, pues aún traía puesto el vestido cubierto de sangre.
Ella agradeció cabizbaja para que luego cambiada, sentarse en el suelo a un lado de la cama, esperando a que el mayor despertase.
Llegó la noche, Amanda le llevó la cena a la chica, pero apenas y probó bocado, y ella ni siquiera quiso ir a dormir, la pequeña prefirió quedarse al lado de Amiel, y así lo hizo.
Cuando la mañana llegó, Amanda entró a la habitación para dejar comida para la menor, entonces Amiel comenzó a despertar visualizando el techo.—Buenos días, joven —lo recibió con una sonrisa.
—Amanda... —el mayor se levantó quedando sentado a la vez que ponía su mano en la frente.
Su somnolencia y dolor quedaron en segundo plano cuando notó de inmediato a la joven durmiente estando sentada en el suelo recostada de la cama.
—No se ha movido desde que te trajeron, ni siquiera quiso dormir en la cama —mencionó soltando una risilla. Al verle la cara asombrada decidió agregar—: Si tuviéramos que compararla, ella sería un perro. Tu perro fiel —añadió con una leve risa.
—Ella no es una mascota —contestó comenzando a acariciar la cabeza de la menor, quien se despertó viendo que él lo había hecho también.
—¡Amiel! —se impulsó levantándose de golpe, sus ojos se pusieron llorosos, pero se aguantaba para no soltar lágrimas.
—Eres una llorona —dice en tono de broma mientras le sonríe.
—Lo siento, Hiram me dijo que debía recibirte con una sonrisa, pero... —frotaba sus ojos queriendo detener el continuo sentimiento de culpa.
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Soy la Muerte [EN EDICIÓN]
ParanormalLa historia versa sobre una chica quien es una de las Muertes, marcada con el número 616 y habiendo olvidado su nombre, ella trabaja recogiendo las almas de los recién fallecidos y abriendo un portal que los guiara a su destino dependiendo de las ac...