—Bien, volvamos a casa —dice Amiel haciendo volver su sombra y con todos asintiendo en una sonrisa.
Mientras tanto, Elrick y Nirelle continuaban hablando. El joven con aspecto pálido por la preocupación, esperando que lo que su ancestro le confesó lo hubiera escuchado mal o fuese una mala broma.
—¿Enjuiciarte? ¿Por qué?
—¿Acaso no escuchaste todo lo que acabo de decir? —resopló tranquila, como si la situación fuera algo de que no preocuparse.
—No… bueno sí, pero eso no tiene sentido. ¿Por qué te condenan por ayudar a alguien?
—No olvides lo que dije del equilibrio. Todo lo que hagas tiene una consecuencia, buena o mala.
—Pero… —la chica rió.
—No te preocupes por eso. De hecho, hay otra cosa que debo decirte.
—¿Qué? —casi quería llorar, ¿qué otra mala noticia tenía que darle?
—Me han pedido que te lleve conmigo al juicio. Necesitan tener la evidencia.
—Si es así entonces no debo presentarme —contestó casi de inmediato.
—Si no lo haces voluntariamente, van a venir por ti y te llevarán a la fuerza —deseaba negar rápido, se sentía que la traicionaba—. No te preocupes. Todo estará bien, después de todo, el juicio es sólo contra mí —termina con una sonrisa, lo que a Elrick le extrañaba.
—¿Y cuándo será el juicio?
—Mañana.
—¿Mañana? ¿No es muy pronto? Apenas te recuperaste.
—Precisamente por eso. Bien pudieron haberme llevado el mismo día en que desperté. Pero Esteban consiguió que me permitieran descansar hasta que estuviera mejor. Así que quita esa cara y sonríe —lo intentó, pero no apenas hubo diferencia entre labios planos y curveados, después de todo ¿cómo podría?—. Tengo que pedirte un favor.
—¿De qué se trata? —sin darse cuenta, casi lo suelta con molestia.
—Préstame dinero —menciona juntando sus dedos índices.
—¿Eh? Claro, ¿Puedo saber para qué?
—Invité a Amiel a una ci-cita —casi musitó—. Quiero llevarlo al parque de diversiones que hay aquí. Necesito dinero para subir con él a la rueda de la fortuna, y pedir que se detenga por unos minutos cuando estemos en lo alto —ella no le dirigía la mirada, pero vaya que su rostro estaba sonrojado.
—Oh, para eso. Pero que linda se ve —pensó con una sonrisa—. Claro que sí. Cuenta con ello.
—Gra-Gracias.
Cuando regresaron del paseo, la joven fue al patio a jugar con Gon, Nirelle le hacía muchos mimos a su amigo, algo que extrañaba al can, pero siguió con ellos, pues le gustaba. Elrick le contó a Sara sobre la cita de Nirelle y Amiel, cosa que la emocionó, lo que le hizo ir a tomar a la joven y llevarla a la habitación para que se probara atuendos para su cita.
—No es necesario, Sara –dice apenada y maravillada con los vestidos.
—Sí lo es —revoloteaba su guardarropa, sacando y dando las prendas a la mayor, y teniendo la cama tapizada con ellos.
La Muerte había estado usando ropa que Elrick le compraba, la mayoría, nada femeninas al gusto de Sara.
—¡Este! Usarás este —menciona triunfante viendo por unos segundos el vestido antes de entregárselo a la chica.
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Soy la Muerte [EN EDICIÓN]
ParanormalneLa historia versa sobre una chica quien es una de las Muertes, marcada con el número 616 y habiendo olvidado su nombre, ella trabaja recogiendo las almas de los recién fallecidos y abriendo un portal que los guiara a su destino dependiendo de las ac...