Seres inclinados ante un solo ser quien los miraba confuso, Nirelle estaba incrédula ante lo que sus ojos veían.
—¿Q-Qué están haciendo? Por fa-favor levántense —dice la chica sonrojada.
—Necesitamos hacer esto, a pesar de que pudiste huir, volviste por nosotros, porque según tú, era lo correcto —Esteban habló sin subir la mirada.
—Eres nuestra salvadora, lo menos que podemos hacer es mostrarte respeto —añadió Ezequiel sonriendo.
Prontamente de entre la multitud de Muertes se escuchaban disculpas, cosa que provocó que algo en el interior de Nirelle se removiera haciendo que sus lágrimas salieran. Recordaba la hostilidad con la que era tratada, pero ahora veía como ese rencor que durante años fue dirigida a ella se estaba disipando, se sentía aliviada. Amiel la veía con ternura, sabía perfectamente lo que esa pequeña llorona estaba experimentando.
Después de un rato en lo que la joven se calmó, y los hombres lobos y vampiros coexistían armoniosamente con los demás seres de la sede, al igual que los humanos preguntando curiosos, ellos decidieron volver a casa, Nirelle estaba dormida siendo cargada como princesa por su esposo, pues quedó exhausta física y mentalmente.
—Gracias de nuevo, Amiel —mencionó Esteban sonriendo con dificultad, pues su interior se sentía conmocionado todavía.
—Sí, de nada —responde burlón haciendo al contrario reír.
—Estoy realmente feliz por ustedes, en verdad.
—Lo sé, te debo una disculpa.
Negó. —De ninguna manera. Yo también hubiera actuado de la misma forma —mencionó sonriente—. Y sobre ese asunto...
—No le diré nada.
—Gracias, aun creo que no está lista para saberlo.
—Opino lo mismo —él la mira enternecido dormir un momento a antes de regresar la vista a los demás—. Bien, es hora de irnos. Hasta luego.
Los Antediluvianos y Licántropos se despidieron, Sara llevó a su familia a su casa junto con Sam, pues iban a proteger su hogar para que ningún ser maligno intentara hacer algo contra ellos. El Neizan mayor volvió con los vampiros para conversar con ellos, pues un reencuentro familiar era placentero. Una vez regresaron a casa, Amiel llevó a su amada hasta la habitación donde la recostó con suavidad y se quedó viéndola dormir, pero también lloró en silencio sintiendo el peso de casi haberla perdido horas antes.
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Soy la Muerte [EN EDICIÓN]
ParanormalLa historia versa sobre una chica quien es una de las Muertes, marcada con el número 616 y habiendo olvidado su nombre, ella trabaja recogiendo las almas de los recién fallecidos y abriendo un portal que los guiara a su destino dependiendo de las ac...