—¡Debe haber algo que podamos hacer!
De vuelta en la actualidad, Elrick estaba desesperado por hallar una forma de hacer despertar a su amiga. Ya eran las 23:50 y la joven seguía sin rastro alguno de que fuera a despertar.
—Lamentablemente, no hay nada que hacer —responde Esteban sin dejar de verla con el ceño fruncido y apretando su muñeca por detrás.
—No nos queda más que rezar por su alma —añade Sam con dura resignación, pero aún con plegarias de esperanza.
Elrick no podía hacer nada más que apretar los puños de la impotencia, a un lado estaba Gon, quien empujaba con su trompa la mano de su dueña mientras soltaba pequeños chillidos de tristeza.
¿Rezar? ¿De qué nos sirve ahora sí no va a ayudar? ¿Por qué tan siquiera no le cumple un milagro a quien ya ha sufrido mucho? Preguntas como esas iban y venían en la mente del muchacho, más como reproche que como dudas buscando sus respuestas
—Elrick ¿a dónde vas? —preguntó Leila sin obtener contestación.
El chico caminó saliendo de su habitación entrando a otra que quedaba frente a la suya. En esta, la decoración era una muy alegre, pues un color rosa pastel se plasmaba en las paredes y teniendo adornos femeninos e infantiles, también había un balcón por el cual el joven salió, y apretó el barandal que tenía mientras miraba al cielo con lágrimas corriendo por sus mejillas.
—¿Por qué? ¿Por qué ella? ¿Por qué la haces pasar por todo esto?
Elrick bajó la mirada y cerró los ojos, tenía muchos sentimientos mezclados, como el miedo, tristeza, ira. Así que abriendo los ojos un poco, miró sus manos, luego las juntó pegándolas a su pecho.
—Sé que no te he rezado desde aquella vez. Desde... —tragó doloroso por tener que mencionarlo— que te llevaste a mi hermana, que era lo que más amaba en el mundo. Te odié desde ese momento y nunca más quise saber de ti. Pero —cerró los ojos fuertemente—, por esta vez te pido que ahora sí me escuches, por favor, no te la lleves a ella, por favor, te lo ruego. Sálvala.
—¿Te preocupas tanto por ella? —esa voz desconocida le hizo abrir los ojos repentinamente.
Amiel, sus hermanos, tíos y su primo aparecieron frente a él, estaban siendo levitados por la habilidad de Adir.
—¿Podrías dejarnos pasar y ver a Estrellita? —preguntó la melliza preocupada.
—Hermano, él es el humano por el que ella se arriesga —añadía Hiram sin apartar la mirada de Elrick, de hecho, nadie le retiraba la vista.
—Este tipo es el que lastimó a 616 —frunció el entrecejo con desdén, cosa que comprendía muy bien Hiram.
—Ya veo. Este muchacho se parece mucho a él —piensa el mayor poniendo más atención que el resto—. Chico ¿puedes darnos el permiso para pasar?
—¿Darles mi permiso?
—Nosotros los vampiros —explica el mellizo—, no podemos entrar a una casa a no ser que seamos invitados.
—Ni de broma —gruñía apretando los puños—. ¿Creen que voy a dejarlos pasar especialmente teniendo a ese maldito con ustedes?
Elrick estaba furioso viendo a Hiram a la vez que le señalaba.
—Ese desgraciado lastimó a 616. Todos ustedes son vampiros ¿y quieren que los dejé pasar?
—Por favor —habla Lena casi sollozando—. Todos estamos preocupados por ella.
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Soy la Muerte [EN EDICIÓN]
ParanormalneLa historia versa sobre una chica quien es una de las Muertes, marcada con el número 616 y habiendo olvidado su nombre, ella trabaja recogiendo las almas de los recién fallecidos y abriendo un portal que los guiara a su destino dependiendo de las ac...