Capítulo 89: Conciliación

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—¡Nirelle! —Leila llegó con entusiasmo hacia su amiga, quien estaba recostada de un árbol, teniendo a Neizan durmiendo en sus brazos e Iván en su forma gatuna a un costado— Oh, lo siento. Que gusto verte.

—Hola Leila —dejó salir una risita baja—, también me da gusto.

—¿Y Amiel?

—Por allá —señala con la cabeza hacia donde estaba. Él también se encontraba bajo un árbol durmiendo, pero con la característica de que estaba rodeado de Cadejos también durmiendo—. Se han llevado bien.

—Wow, ¿y cómo van las cosas con ustedes? ¿Cuándo los dejarán estar juntos sin ser vigilados? —añadió una pequeña risa al final.

—Ya han pasado cinco días, Esteban dijo que un par más y ya. También han revisado el estado de Amiel. No hay rastro de síndrome de abstinencia, así que dicen que no habrá problema. Mira —mostró un collar sencillo—, me dio su amuleto. Después de tomar mi sangre es capaz de caminar bajo el sol sin necesidad de usarlo. Dijo que quería que lo tuviera.

—Ya veo. Es muy lindo gesto. ¿Y los demás?

—También disfrutan de estar aquí, todos se llevan bien con las Muertes y demás criaturas. Y bueno, Elrick y Neizan se divierten especialmente.

—Nirelle —Elrick llegó sonriente junto con Ezequiel y Esteban, pero ellos tenían un semblante serio—. ¿Podemos hablar un momento?

—Sí. ¿Sucede algo?

—Nada grave. ¿Vamos?

La joven entregó al menor a su amiga, mientras el par de familia se apartaron de los demás. Se sentaron bajo un Wisteria lila, sus pétalos cubrían el piso y sus ramas colgaban como una lluvia suspendida.

 Se sentaron bajo un Wisteria lila, sus pétalos cubrían el piso y sus ramas colgaban como una lluvia suspendida

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—Elrick —se tensó cuando el contrario le sostuvo la mano con firmeza—. ¿Qué ocurre?

—Nirelle, sabes que te quiero mucho. Conocerte definitivamente fue de las mejores cosas que me ha pasado, me diste una segunda oportunidad, me permitiste estar junto a Sara y tener conmigo a mi hijo.

—¿Por qué estás hablando así? —algo en ella se lo avisaba, lo había visto en numerosas ocasiones durante su trabajo, pero se negaba a pensar que eso sucedía ahora, en especial, porque no era la hora.

—¿Has visto mi tiempo?

—¿Tu tiempo? —su interior lo gritaba, pero se hacia la sorda.

—Mi vida.

—Pero si aún falta... —el hombre veía con compasión y una sonrisa amable a su amiga. Nirelle iluminó sus ojos y luego sus párpados se abrieron con confusión y miedo— ¿Por qué...?

—Azarías. Él intentó hacer algo con Neizan pero me interpuse, creí que me cortaría. Me iba a dar otro corte, pero Jaziel me ayudó —Elrick se acercó a abrazar a la joven—. Vamos, no llores.

Soy la Muerte [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora