Capítulo 76: La que nos salvó

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Gran confusión había en el campo, la joven retornó siendo Muerte, algo que era completamente imposible, pero que ahí estaba, frente a sus ojos.
Glasya encendía los suyos de ira, pues odia que sus planes cambien tan drásticamente, sus cuernos frontales y su cola aparecieron, sacó sus garras y mostró sus dientes puntiagudos. Ordenó un ataque a la chica quien estaba parada viéndolo con determinación, dos demonios más saltaron a sus espaldas, bien podía sentirlo, sin embargo, no se movió. A ambos seres se les fueron atravesados flechas en sus cabezas, cayendo al suelo en donde sus cuerpos se convirtieron en bolas de fuego, y descendieron al infierno, sólo dejando en la tierra la marca por dónde entraron.

¿De dónde vinieron esas dos flechas? Era la pregunta que todos se hacían. Fue entonces que más demonios comenzaron a descender, viendo que, en la cima del edificio, dos seres disparaban las saetas. Un par de mellizos, una chica con ballesta y un chico con arco. Las miradas que se habían concentrado en ellos fueron llamadas por destellos de luz de entre la multitud, más demonios estaban siendo regresados al infierno, esta vez por un par de chicos, uno con espada y otro con dos pugios. Prontamente el suelo se movió creando puntas y pilares, algunos demonios estaban inmóviles a lo que una pelirroja los cortaba con sus Sai. Nadie creía lo que veía, los vampiros atacando, pero eso no era todo, gruñidos se escuchaban también, y grandes lobos grises destrozaban a los demonios, Haka y su tribu también participaban en la batalla. Fue Nirelle quien creó el portal por el cual todos habían pasado.

—¿Qué dices, Glasya? —mencionó burlona la joven— Retirarse de una batalla perdida es de sabios.

—¡Hija de perra! —explota enardecido cada vez más perdiendo los estribos.

Una multitud de demonios se lanzó para atrapar a 616, quien no se movía ni un centímetro, fue entonces que los seres fueron cortados de un tajazo haciéndolos volver abajo.
Amiel apareció con su guadaña de tres hojas, se reincorporó y acercó a la menor con su arma en la mano izquierda, poniendo el palo en el suelo mientras que abrazó a su esposa con su brazo derecho, dejando un beso en el cuello a la vez que observaba fijamente al conde. Su mirada era tan intensamente amenazante que todos podían concordar que el Antediluviano no permitiría que nadie tocase a su mujer, y que mataría sin piedad por ello.

—¿Podrías lárgate de una vez? —mencionó con voz demandante el vampiro.

—¿Te atreves a traicionarnos?

—¿Traicionarlos? No confundas las cosas —afiló el desprecio al conde—. Que haya hecho un trato con tu gobernante, no significa que esté bajo las órdenes de nadie. Sólo soy completamente fiel a alguien, y es a ella.

El enojo del presidente era notorio y marcado, sin embargo, eso no dejó de lado que su sorpresa aumentara cuando vio cómo que una jauría de perros alados llegó directo a clavar las mordidas en sus subordinados, y no sólo eso, otros demonios aparecían atacando a sus "compañeros". Shafer era quien dirigía esa tropa, los demonios que sirven a Dios peleando contra los que sirven al diablo.
También apareció Ismerai junto a más Encadenadores, aprisionando y devolviendo a los seres al infierno. Fuera de la barrera se empezaron a escuchar una especie de canticos, provenientes de un pequeño grupo conformado por Muertes Blancas y de 7 colores, quienes estaban siendo dirigidas por Carla, ellos estaban contrarrestando la restricción impuesta por los seres malignos.

Glasya estaba incrédulo y pasmado, no había forma alguna de que su enojo no se calmara. Los sirvientes de Dios esperaban el momento justo para contraatacar, y tomaron la oportunidad en cuanto vieron la conmoción que había causado el plan de Nirelle, o bueno, el plan A.

—Has perdido, Glasya —616 sonríe con soberbia—. Vete.

—¡No creas que has ganado cuando ni siquiera puedes hacer algo por ti misma! ¡Sin ellos eres nada!

Soy la Muerte [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora