Capítulo 78: Ángel de la muerte

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—¿Cuántos quedan? —preguntó Gon a su dueña, él seguía en su forma humana.

—Dos. Y son los que me preocupan —suspiró con preocupación, ambos seguían buscando y regresando a los Condenados.

—¿Por qué ellos dos precisamente?

—Uno es el hombre al que le cambié el destino.

—Entiendo, pero no podrá hacer nada mientras Sam cuide de Elrick y Sara de Neizan.

—Lo sé, aun así, me preocupa lo que esté haciendo.

—Te comprendo.

Ya había pasado un mes desde el incidente, y la mayoría de los Condenados habían sido devueltos a la prisión.

—¿Y qué pasa con el otro sujeto? ¿Quién es? —por un momento hubo silencio en el que la joven tenía la mirada triste y parecía que quería llorar— Nirelle, ¿qué ocurre?

—Su nombre es Azarías, es mi hermano mayor —el chico abrió sus ojos con sorpresa, ahora comprendía mejor esa preocupación que embargaba a su amiga—. Él me preocupa especialmente, me odia demasiado y estoy segura que buscará una forma de vengarse de mí. Además, aún tenemos el problema de no encontrar a Lamec y a mi abuela. Tengo un mal presentimiento sobre esto, si esos dos lo conocen y quieren regresar…

Es interrumpida de inmediato con amabilidad. —Entonces los afrontaremos, juntos —Gon habló con una firmeza que sorprendió a la joven, quien sonrió.

—Gracias —ambos volvieron a la casa, donde Iván estaba jugando con Adir y Jaziel, ahora él también vivía con ellos. Nirelle se dirigió a la oficina de Amiel y se sentó en sus piernas, besándolo—. Y también estoy preocupada por esa visión —agregó con preocupación en sus adentros.

—¿Ocurre algo?

—Estoy preocupada por no encontrar a ese dos Condenados, a tu padre y a mi abuela —explicó recostando la cabeza en el pecho del mayor.

—Comprendo, pero estamos preparados para cualquier cosa. Aquella vez nos tomaron por sorpresa porque mi padre volvió como demonio. ¿Estrellita? —tras una pausa, él vio que ella quedó dormida, por lo que bufó divertido.

Amiel permaneció sonriente con su esposa en esa posición, viéndola dormir y sintiendo su presencia.

«¿Crees que vas a estar con ella para siempre?»

Una voz conocida para el mayor se hacía presente en su mente, asustándolo, de pronto, todo a su alrededor se volvió oscuro, él estaba de pie cargando en brazos el cuerpo aparentemente sin vida de Nirelle donde, en su cuello, había una marca de colmillos y sangre en esas heridas.

Tú eres su perdición. ¿Crees que te va amar cuando sepa la verdad?

—Cierra la boca —objetó con enfado y el rostro endurecido—, no voy a permitir que le hagas daño.

¿No vas a permitir que le haga daño? —la risa macabra inundó el alrededor con eco— ¿Tienes el descaro de decir eso cuando eras de los primeros en querer hacerlo? Amiel, tú serás el que haga realidad esa vista que estas presenciando.

—No lo haré —Declaraba seguro.

Claro que lo harás, algún día necesitarás beber su sangre, y cuando eso ocurra, le quitarás la vida sin siquiera darte cuenta, serás tú quien borre su existencia —la voz y presencia se fue alejando hasta desaparecer, haciendo que todo alrededor del mayor volviera a la normalidad, con él sentado en su oficina y su amada durmiendo tranquilamente en su pecho.

Soy la Muerte [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora