CAPÍTULO 28

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Esa noche como se acordó, Fabana –acompañada por Taka-, Loebanna y Loebenna salieron de cacería. Hacía mucho frío y estaba oscuro. Los rayos de luna no eran suficientes para poder tener buena visión, ya que la fase de la luna era cuarto creciente. Las hienas se preparaban para desarrollar un plan de ataque. Taka en realidad sólo iba de espectador.

Loebanna se sentía muy feliz; estaba en compañía de Fabana y de su hermana Loebenna, y saber que el Makei que repentinamente la había dejado de controlar y ya no la atormentaba más la hacía sentir plena y dichosa. De pronto, su gemela Loebenna le dijo algo que la sacó de sus pensamientos; "¡Mira, hermana, hay unos antílopes por allá!, los cazaremos para la cena", decía Loebenna emocionada.

Al escuchar esto, Fabana se acercó a las dos hermanas, y dijo emocionada: "¡Hay que idear un plan para iniciar la cacería!"

Aunque oscura la noche, eso no impedía que las hienas pudieran acechar a los antílopes, gracias a su natural vista hiénica a prueba de oscuridad.

Loebanna observaba a los antílopes, cuando de pronto sintió un aterrador escalofrío en su espalda y el horror se apoderó de su ser; ¡Era el Makei hablándole dentro de su mente!, ella se desesperó, ¡Pero si creí que ya me había librado de él!, dijo para sus adentros invadida por el terror. Entonces pudo escuchar la horrible voz dentro de ella riendo de manera siniestra; "¡Já, Já, Já!, ¿en serio lo creíste?, pues no, y te lo demostraré".

Mientras todo esto ocurría dentro de ella misma, en el exterior Loebanna intentaba mantener fija la vista en los antílopes, intentaba resistirse al control del Makei, sin embargo no lo consiguió, y su mirada se tronó extraña, como diabólica. Nadie más que Taka notó esto puesto que él volteó a verla, el cachorro de león se sintió asustado.

El conflicto interno continuaba dentro de la mente de Loebanna: El Makei comenzaba a controlar su mente una vez más: "Vamos, Loebanna, sólo debes pedírmelo, y haré algo divertido para asesinar a ese cachorro, que como sabes, es una amenaza para nosotros porque nos descubrió".

Loebanna ya no quería hacer daño a nadie, pero a la vez seguía temiendo por su propia seguridad; falló la primera vez que había intentado eliminar a Taka, pero aquella noche de cacería podía ser el escenario perfecto para que la muerte de ese cachorro de león pareciera un completo accidente, además sentía un cierto deseo poderoso en cometer ese asesinato porque su alma había absorbido demasiada maldad y energía negativa del Makei, haciendo que ella misma comenzara a sentir un gusto genuino por la maldad.

"Entrégate a la maldad, entrégate a mis órdenes... de todos modos jamás podrás deshacerte de mí, como hoy lo acabas de comprobar, así que no te resistas. Tú te estás haciendo tan malvada como yo", susurraba el Makei en su mente.

Loebanna sintió pena, dolor, pero a la vez resignación, y por primera vez, ya no quiso luchar; comprendió que el Makei permanecería con ella para siempre ya que ella se había convertido en su eterna esclava. Lo lamentó por Fabana, por su hermana, y por quienes había amado, se entregaría por completo al mal, y ya no habría retorno. Entendió que el Makei la acompañaría hasta el día de su muerte, y lo lamentó por ella misma también. Soltó una lágrima, miró a los antílopes, luego a Taka de una manera misteriosa.

"Está bien, Makei, Hazlo... Te pido que con tus poderes malignos provoques un accidente para que Taka muera."

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La manada de antílopes pastaba desprevenida. Fabana, Loebanna y Loebenna, observaban con detenimiento, pero Loebanna en especial, lo hacía de una forma inquietante y sospechosa.

Por desgracia, los antílopes se dieron cuenta del peligro, así que se descontrolaron e intentaron defenderse.

—Cuidado, Taka –Loebenna gritó.

El Rey León: CLARO DE LUNA (sobre HIENAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora