CAPÍTULO 43

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De pronto, los ojos de Loebanna perdieron su brillo, el cuerpo en sí mismo ya no se movía; eso sólo podía significar que ya no había espíritu o alma alguna que albergara ese cuerpo.

De pronto, todos los presentes sintieron un escalofrío recorrer sus cuerpo; la energía maligna del Makei parecía sentirse en toda la cueva. Inesperadamente, el Makei, con aquella extraña voz que sonaba como si Loebanna y otro ser masculino hablaran al mismo tiempo, retumbó en medio de la nada:

"Gracias a ustedes, tontos sacerdotes servidores de la Diosa Roh'kash, he podido liberarme de ese cuerpo. Ahora que soy un ser incorpóreo, soy libre para volar y buscar víctimas a las que engañar y hacer daño. Si no hubieran interrumpido tantas veces el ritual para invocar los poderes de la llama violeta transmutadora, yo ya no existiría más, ¡pero no fue así!, ¡Gracias por eso!, y antes de irme quisiera hacer algunas advertencias: Fabana, tus hijos serán traicionados por aquel a quien le has dado tu amor de madre sin merecerlo, y tú, Taka, ya tienes un destino fatal que te espera, pero como fuiste tú quien puso al tanto a los sacerdotes de mi existencia, yo me encargaré de hacer aún más doloroso el camino que habrás de recorrer en ésta vida de lo que ya será."

Taka escuchaba lleno de miedo las palabras del maligno. Fabana intentó abrazar al pequeño para tranquilizarlo. Estaba muy preocupada por él.

El Makei proseguía su discurso: "Taka, tu vida estará marcada por la envidia y el sufrimiento, en el futuro todos te conocerán por un nombre maldito y ese será 'Scar', y ese nombre será el símbolo del odio que te llevará a la destrucción".

"¡CÁLLATE! ¡NO QUIERO ESCUCHARTE!", gritaba Taka histérico y muy asustado. Sentía las palabras del Makei muy reales. Un escalofrío inmenso recorrió su piel. Jamás en su vida había sentido tanto miedo, como si el Makei lo hubiera condenado para siempre. Luego se acordó que el Chamán Ralafaki, abuelo de Rafiki, ya le había augurado algo similar antes de huir de Las Tierras del Reino, y la desesperación se apoderó de él. Estaba paralizado por el terror. Fabana no sabía qué más hacer para ayudarlo, sólo podía lamerle amorosamente su cabeza para intentar tranquilizar a su pequeño.

Después, el Makei agregó: "Y en cuanto a mí, les juro que volveré para completar mi venganza". El Makei Aklenius finalizó de decir esto, seguido por una aterradora risotada que retumbó e hizo eco por toda la cueva.

Y de pronto, aquella energía negativa no se sintió más; El Makei Aklenius-Loebanna había abandonado la cueva.

Todo había terminado.

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Scar / Skar.

El Rey León: CLARO DE LUNA (sobre HIENAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora