Capítulo 16

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Taka era un cachorro de león de color marrón y preciosos ojos verdes, sin embargo, no era cualquier cachorro común, él era nada menos que el hijo del Rey Ahadi y por ende nieto del rey Mohatu; pese a esto él no sería heredero al trono, y eso lo llenaba de envidia, de hecho era su hermano Mufasa el heredero al trono. Esta envidia que Taka le tendría a su hermano, sería el hilo rojo que ataría su vida a la de los hiénidos habitantes del Cementerio De Elefantes por el resto de su vida. El Hilo que lo enlazaría a ellos, tanto en su vida como en su muerte, en su felicidad como en su tristeza.

Él había decidido huir de casa tras una discusión que había tenido con su padre en la que le reclamó por el favoritismo y distinción que había entre su hermano Mufasa y él, así como una profecía que le auguraba dolor y sufrimiento, la cual lo aterró de sobremanera, pero ésta huída no duraría mucho ya que, tras darse cuenta de que aún era demasiado joven para sobrevivir en el gran mundo, al final decidiría regresar a casa. Pero esto último pasaría un poco más adelante.

Sarafina era una hermosa y pequeña cachorrita leona habitante de Las Tierras del Reino, la cual se había hecho amiga de Taka y que había decidido acompañarlo en su supuesta huída. Ella también terminaría regresando a casa días más adelante. En el futuro Sarafina sería un elemento importante dentro del transcurso de la vida de Taka.

Así pues, el segundo día fuera de casa tras la supuesta huída, Sarafina y Taka habían decidido despertarse temprano para hacer un intento para buscar comida.

Decidieron acercarse de nuevo a un manantial donde un día anterior se habían reunido varios antílopes. Pensaron que si esperaban un poco, pronto algún animal iría a tomar agua.

Pasó un rato sin que llegara nadie. Hacía un calor intenso, así que los cachorros decidieron chapotear en el agua un rato.

Escucharon un grito. Era una llamada de auxilio. Sarafina y Taka intercambiaron una mirada de preocupación, y salieron del agua. Guiados por los alaridos, llegaron hasta el enorme depósito de arenas movedizas donde se encontraba Shenzi quien lloraba por su vida. El lodo casi le llegaba al cuello. Sólo tenía sus patas delanteras y su cara al descubierto.

"¡¿Qué hacemos?! ¡¿Qué hacemos!?" vociferaba Sarafina alarmada. "¡Hay que ayudar a ese cachorro, o morirá!"

Taka quedó sorprendido ante lo que acababa de escuchar. Se suponía que ella debería alegrarse. Las Hienas: Sucias, carroñeras, asesinas a sangre fría; ¿A qué león en el mundo podrían importarle esas escorias?, al contrario, una hiena menos en el mundo debía ser una buena noticia para ellos.

"¿Pero qué te pasa, Sarafina?" Le preguntó Taka molesto ante su angustia por salvarla. "Déjala morir aquí. Una hiena menos es una bendición para todos."

Pero Sarafina no estuvo de acuerdo. Le lanzó una mirada fulminante a Taka y alzando la voz le dijo:

"Podrán ser unos seres despreciables, pero nadie merece una muerte así. ¡Eres un Insensible!"

Con todo esto, Taka no tuvo más remedio que ayudar en el rescate. Apenas a unos centímetros de la arena movediza se encontraba el pequeño árbol que ya hemos mencionado, no muy grueso, y que por fortuna estaba bastante inclinado y casi apuntaba hacia la ubicación de la hiena. Sarafina y Taka lo vieron y se les ocurrió la misma idea; ambos se subirían a é, y con mucho esfuerzo y con su peso lo aplastarían y lograrían inclinarlo aún más. La copa del árbol quedó justo enfrente del rostro de Shenzi.

"¡Vamos! ¡Sujétate de la copa de este árbol!" Le decía Sarafina a la niña. Su voz sonaba jadeante debido al esfuerzo que estaba haciendo con su cuerpo y sus patas para mantener el árbol lo suficientemente inclinado.

El Rey León: CLARO DE LUNA (sobre HIENAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora