CAPÍTULO 56: la búsqueda

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Así, como ya sabe estimado lector, Banzai y Edd partieron al viaje junto con Kaleb y Kovu para buscar las sanguijuelas que curarán a todos, mientras que Shenzi y la sacerdotisa Diótima ayudarían a buscar a los arácnidos y a controlarlos.

Por varios días, la búsqueda de las arañas fue complicada y sin éxito, debido a que varios animales del reino decían verlas por un lado, mientras que otros tantos afirmaban haberlas visto por otro. Así, era imposible buscar.

La situación se tornaba desesperante; hasta que un golpe de suerte cambiaría el rumbo de las cosas:

Como es natural, las hienas poseen hábitos nocturnos también, así que, una noche, después de otra exhaustiva búsqueda de las arañas sin resultados, Shenzi, Diótima y salieron a buscar algo de comida para ellas, pero también para llevar al resto de la jauría.

En alguna parte de Las Tierras Del Reino, encontraron al fin, un poco de carroña. Cuando terminaron de comer, pudieron notar que cuatro arañas Sicarius caminaban muy juntas hacia un mismo rumbo.

"¡Mira eso, Shenzi!", exclamó Diótima en un susurro, señalando con su nariz a los arácnidos en el suelo.

"¡¿Te das cuenta, Diótima?!", exclamó Shenzi de inmediato.

"Tal vez esa sea la oportunidad que estábamos buscando".

"¡Sigámoslas!", exclamó entonces Diótima con alegría. Para fortuna de ambas hienas, toda la sabana estaba siendo iluminada por una intensamente brillante luz de luna, de otro modo no las hubieran visto, y esto hubiera dificultado un poco la misión.

Las dos hienas caminaron detrás de las cuatro arañas a una distancia razonable, para no ser vistas ni picadas. El comportamiento de los animales era muy raro. Permanecieron juntas todo el camino, como si fueran cuatro amigas platicando.

"¡¿Te fijas, Diótima?!", dijo Shenzi, "parece que se dirigen a los límites del reino".

"¡Es verdad!", exclamó Diótima con una sonrisa. "¡Sigamos avanzando!"

Las cuatro arañas guiaron a las hienas más lejos de lo que hubieran imaginado. Ambas habían decidido concentrarse lo suficiente para no perderlas de vista, y por tanto habían decidido no dirigirse la palabra durante el camino, el cual duró largas horas. Los acontecimientos se mantuvieron igual, hasta que de pronto las cuatro arañas que hasta en ese momento se habían mantenido unidas, se introdujeron en lo que parecía ser un puñado de arañas sicarius, en cuanto pasó esto, difícilmente Shenzi o Diótima pudieron distinguir con la vista en dónde habían quedado las que habían venido siguiendo, pues éstas se habían mezclado con las demás, quedando así dispersas. El paisaje era perturbador, había un número considerable de arañas, aunque no se podía decir que sobrepasaban las cien. Lo curioso es que pese a todo su esparcimiento, todas caminaban juntas hacia una misma dirección.

Shenzi y Diótima estaban asqueadas y aterradas, incluso Shenzi pensó en regresar, pero Diótima la detuvo:

"No te rindas ahora, ya estamos cerca de conocer la verdad".

Shenzi a regañadientes aceptó continuar.

Ambas hienas siguieron la hilera ininterrumpida de arañas que circulaban rápidamente por el camino. Pasó una media hora más, hasta que por fin Shenzi y Diótima notaron cómo los arácnidos se internaban poco a poco en una cueva muy grande pero muy poco profunda.

Shenzi y Diótima entraron en ella, caminando detrás de las arañas. Lo que ocurrió a continuación fue revelador; Una vez dentro de la cueva, y como es propio de su naturaleza, todas las arañas sicarius comenzaron a enterrarse bajo tierra, dispuestas a dormir, hasta que pronto no quedó ninguna rondando. Esto resultaba muy alentador, saber esto, haría más fáciles las cosas.

"Nos quedaremos todo el día de mañana a observarlas". Señaló Diótima. Esto no gustó nada a Shenzi, pero finalmente ya estaban allí, por lo que no era viable discutir nada.

El Rey León: CLARO DE LUNA (sobre HIENAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora