Así, de esta manera, al día siguiente, El rey Sabaru, acompañado por el simio Rokobungui, habían llevado el píretro al baobad de Rafiki, quien realizó con maestría el insecticida especial para acabar con la plaga, y el chamán dio las siguientes instrucciones:
"Debes llevar esto al lugar donde se encuentran las arañas y rociarlo en el suelo por todo el lugar".
Otro cuenco con polvo le fue entregado a Rokobungui y la instrucción fue la siguiente:
"Este polvo también deberá ser esparcido por los suelos donde se encuentran las arañas, sólo así podrán vencerlas".
Por otra parte también se le entregaron a Rafiki los costales con las sanguijuelas. El chamán sintió un gran alivio al verlas y automáticamente las sacó para usarlas en los nuevos pacientes picados por las sicarius que le habían llegado.
Lo segundo en el plan fue llevar esos cuencos hacia la cueva donde se escondían las sicarius, guiados por las hienas Diótima y Shenzi, pero no serían los únicos en ir, también los acompañarían Vitani, Banzai, Edd, y alguien quien habían sido enviado gracias a Kiara debido a su capacidad natural para comer insectos peligrosos; Timón el suricato.
Así, nuestros diez valientes, se dirigieron entonces hacia la cueva, que como ya sabemos, se encontraba justo a unos pasos antes de las fronteras del Reino.
Todos tuvieron que esperar hasta la llegada del crepúsculo para dispersar los insecticidas, pues al caer la noche, las arañas llegarían. Así, mientras las sicarius africanas estaban fuera de la cueva, la última fase del plan se puso en marcha; el joven aprendiz de Chamán Kaleb, y el otro simio ayudante Rokobungui, al ser los únicos con manos dispersaron, tanto la solución acuosa como el polvo por todo el piso de la cueva.
Y una vez que los repulsivos arácnidos comenzaron a llegar, Shenzi y Diótima hicieron el conteo para asegurarse de que no faltara ninguna araña.
Se asustaron cuando, de las ochenta y seis que tenían contempladas, sólo se introdujeron a la cueva ochenta, pero entonces vieron a Timón chuparse alegremente los dedos mientras decía; "Cinco deliciosas arañas Sicarius". Eso les hizo sentir alivio, sin embargo, ¿dónde estaba la última?... esta jamás apareció. Tal vez había muerto antes de llegar a la cueva, o algo así. Considerando que estas arañas estaban atacando a los habitantes, tanto del reino de Kovu como el de Sabaru, era evidente que tal vez, alguien, tratando de defenderse, había conseguido matarla, o tal vez se la había comido un ave; había muchas posibilidades, pero definitivamente era un alivio saber que sólo faltaba esa, pero que en sí estaba reunido todo el resto en la cueva, y que cinco habían sido devoradas por Timón.
Por último, una vez que todas las arañas Sicarius africanas se introdujeron en la cueva, Edd, Banzai, la leona Vitani, y los reyes leones Sabaru y Kovu, de espaldas a la cueva, comenzaron a lanzar con gran ímpetu grandes cantidades de tierra, usando sus patas traseras, hasta formar una montañita de tierra para que las sicarius no pudieran salir tan fácilmente de la cueva.
Por último, sólo quedaba esperar...
Todos debían pasar la noche allí, y al siguiente día verificarían si efectivamente se había logrado el propósito.
Al llegar la mañana del día siguiente con un poco de temor, Shenzi, Kovu, Diótima y Sabaru, con algo de dificultad –debido a la tierra lanzada el día anterior- se introdujeron en la cueva. Afortunadamente el sol daba de tal manera que iluminaba el interior de la misma.
"¡Miren!", exclamó Kovu.
"¡Dio resultado!", agregó Sabaru, igualmente entusiasmado.
Al mirar al suelo, los cuatro exploradores pudieron ver un montón de arañas sicarius sin vida. Al parecer el insecticida a base de píretro había funcionado bien. Sólo que había algo que hizo sudar la frente de Shenzi y Diótima; el conteo final de las arañas.
Como hemos dicho ya, en total tenían que ser necesariamente ochenta, y ellas dos juntas se encargarían del tormentoso conteo.
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El Rey León: CLARO DE LUNA (sobre HIENAS)
FanfictionClaro de Luna: Historia de dos hermanas hienas: Loebenna y Loebanna; Una de ellas nacida con poderes mágicos asombrosos, adquiridos bajo ciertas condiciones: La maldición del Claro de Luna, que la convierten en una amenaza para todos, mientras que s...