CAPÍTULO 11

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El tiempo fluía más rápido que el agua en un caudaloso y desbocado río.

Los pequeños Shenzi, Banzai y Edd se habían convertido en unos vivarachos, saludables y juguetones cachorros; les gustaba hacer bromas pesadas a los demás niños de la jauría, y disfrutaban esconderse entre los grandes cráneos de elefante que había en El Cementerio.

Solían con frecuencia meterse en problemas, y sacarle una que otra cana verde a su madre debido a sus muchas travesuras.

Rott, era un buen padre y gustaba jugar con sus pequeños; "Ahora juguemos a las escondidillas", les gritaba feliz a sus niños, quienes se sentían felices y amados con él.

Fabana sentía una inmensa dicha al tener un esposo tan cariñosos, tanto como con sus hijos, como con ella, y también se sentía bendecida por La Gran Diosa Roh'kash por los hijos tan adorables que le había dado.

Como todos los cachorros, Shenzi, Banzai y Edd crecían rodeados de felicidad e inocencia. No conocían el dolor, el miedo, o la angustia, pero como ocurre en todo cuento de hadas infantil, siempre hay una aguja que se encarga de ponchar la burbuja.

El Rey León: CLARO DE LUNA (sobre HIENAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora