Era una tarde de lluvia en Las Tierras Del Reino; Desde el cielo, las nubes negrísimas cubrían con un manto sombrío los alrededores. Sólo las luces destellantes de los truenos iluminaban de vez en cuando el lúgubre paisaje.
El nuevo Rey León Kovu estaba preocupado, parado en la entrada de la cueva real, viendo las gotas caer, tenía un presentimiento.
"Kovu... ven conmigo, ya no estés ahí parado como árbol." Decía su esposa, la reina Kiara, recostada en el suelo. Ella estaba acompañada por las leonas ex pertenecientes al grupo de Zira, toda la cuadrilla de caza, y por supuesto de Vitani, quien por cierto, apoyó a Kiara en lo que había dicho.
"Sí hermano, Kiara tiene razón, ven con nosotros. Nada lograrás si estás preocupado y parado allí viendo la lluvia caer".
Entonces Kovu tomó aire con fuerza, y aun con una expresión de frustración en el rostro, se sentó junto a las leonas.
"Al menos tu embarazo va bien", dijo el ojiverde a su esposa en un suspiro.
Kiara sonrió sin decirle nada más.
Repentinamente, Kovu vio tres extrañas siluetas surgiendo de entre las sombras en la entrada de la cueva real. Seis ojos amarillos y brillantes se aproximaban cada vez más a él. El león estaba muy espantado hasta que de pronto, un relámpago iluminó aquellas misteriosas siluetas. Fue entonces cuando el león finalmente los reconoció; eran Shenzi, Banzai y Ed, quienes, conforme iban adentrándose en la cueva, se sacudían con sus cuerpos el agua de la lluvia tal como hacen los perros mojados.
"¿Tía Shenzi?", dijo estupefacto. "¿Tío Banzai? ¿Edd?... ¿En verdad son ustedes?"
"Sí", susurró Shenzi. "Somos nosotros".
Entonces, alguien más se acercó a saludarlos... era Vitani.
"Creí que jamás volverían", dijo con lágrimas en los ojos.
"Pues... aquí estamos". Expresó Shenzi, con una cálida mirada.
"¡Sobrinos!", exclamó Banzai con una sonrisa de oreja a oreja, acercándose atrabancadamente a los dos leones. "¡Cuánto tiempo! ¡No los había visto desde que eran unos chilpayates!"
"¡Tío Banzai!", exclamó Vitani muy feliz. Las dos hienas comenzaron a frotar sus rostros contra los de los dos leones afectuosamente, y pronto una tercera hiena se acercó a los felinos.
"¡Tío Edd!", gritaron al unísono Vitani y Kovu. La alocada hiena entonces se abalanzó hacia ambos y comenzó a llenarlos de lametazos, como lo haría un perro emocionado al recibir a su dueño después de que éste hubiese estado fuera de casa por largo rato.
Así, los leones iniciaron una conversación con Shenzi. De pronto todos empezaron a llorar de felicidad. La alegría se apoderó de todos, embriagando sus corazones de una inmensa paz. Vitani y Kovu no podían creerlo: aquellos a quienes no habían visto en años, aquellos "tíos hiénidos" a quienes habían querido tanto, de pronto estaban ahí, justo frente a ellos, después de que, con el tiempo, las esperanzas de un reencuentro se habían casi deshecho.
La reunión de una familia... una familia no unida por lazos sanguíneos ni de especie, pero sí por el lazo y los recuerdos...
+++
Aquella era en verdad una regocijante escena. Todos, en aquellos minutos demostraron, que pese al tiempo y a la distancia, el cariño y la fraternidad entre ellos jamás se había extinguido. Las hienas eran y siempre habían sido parte de la familia de Kovu y de Vitani... y siempre lo sería.
"Yo era una cachorrita, pero todavía me acuerdo de lo que me dijiste, tía Shenzi; Nos volveremos a ver".
"Te dije que cumpliría mi promesa, Vitani", dijo Shenzi.
ESTÁS LEYENDO
El Rey León: CLARO DE LUNA (sobre HIENAS)
Hayran KurguClaro de Luna: Historia de dos hermanas hienas: Loebenna y Loebanna; Una de ellas nacida con poderes mágicos asombrosos, adquiridos bajo ciertas condiciones: La maldición del Claro de Luna, que la convierten en una amenaza para todos, mientras que s...