CAPÍTULO 3

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"La venganza, conduce directamente al Infierno"

Emma Ai (Jigoku Shoujo).

Así, pasó el tiempo, hasta que las dos niñas crecieron un poco más, convirtiéndose en saludables y juguetonas cachorritas.

Loebenna era muy tranquila; casi nunca se metía en problemas, y gustaba de corretear coloridas mariposas entre los pastizales. Su madre siempre podía presumir sobre lo bien portada que era, y cabe señalar que, a diferencia de su hermana Loebanna, Loebenna no había adquirido los dones de poseer ningún tipo de poder místico ni sobrenatural. En cambio Loebanna... Loebanna era un caso especial; era una niña remilgosa, grosera, insolente, vengativa... y poderosa. A diferencia de su hermana, había nacido con poderes sobrenaturales que la acompañarían toda su vida, y que aprovecharía para usarlos contra quienes le hicieran daño. Pero... lo peor no era eso, sino que además, conforme ella iba creciendo, sus poderes mágicos se incrementaban; ella en definitiva, no los estaba usando para cosas buenas.

Por aquellos días, como era de suponerse, Fabana, la hija de la lideresa de la manada, había crecido a la par que Loebenna y Loebanna, y se había convertido en la compañera de juegos de las gemelas.

Fabana sentía mayor afinidad por Loebenna que por Loebanna, aunque se comportaba igual de amable tanto con una como con la otra, aunque, considerando las malas vibras que Loebanna desprendía, la verdadera pregunta era: ¿Quién no sentía lo mismo?

Sin embargo, Fabana no era la única compañera de juegos que Loebenna y Loebanna tenían.

Había otro cachorro; el hijo de una hiena llamada Kendal, de nombre Rott.

Rott era un cachorro siempre afable y tranquilo que no se metía en problemas, y que emanaba ternura de su ser.

Y eran precisamente aquellas características, las que hacían que, tanto a Loebanna como a Fabana les agradaran tanto. Ambas siempre competían por ser la mejor amiga de Rott, pero Rott sólo quería ser amigo de ambas por igual. A diferencia de aquel trío, la gemela Loebenna, por su parte, nunca quiso demostrar nada ni hacer competencia, ella simplemente se llevaba bien con todos, sin complicarse demasiado la vida.

Y no podemos dejar del lado a otro cachorro de nombre Keko; un inquieto y vivaracho cachorro, quien tenía una gran afinidad por Loebenna.

Y así era como estaba conformada la pandilla de amigos.

Uno de los ejemplos más claros y turbadores de cómo Loebanna comenzaba a desarrollar, a pesar de su corta edad, una personalidad un tanto sombría en combinación con el uso de sus poderes para fines maliciosos, fue una mañana en la que los cachorros habían decidido jugar a las carreras.

"Todos competiremos, y los que vayan perdiendo se irán saliendo de la competencia, hasta que sólo queden dos finalistas, y cuando eso suceda, el momento de la verdad habrá llegado", decía Loebanna con entusiasmo. Ella había ganado el rol de lideresa de su grupo de amigos debido a lo intimidante de su personalidad, y a la densa energía que desprendía de su ser, ni siquiera Fabana, que era futura lideresa Roh'mach de la jauría, había logrado alcanzar esa jerarquía dentro de su grupo. Generalmente nadie le llevaba la contra; cuando ella tomaba una decisión por el grupo, no había quien se atreviera a contradecirla. Era una autentica cabecilla.

Uno a uno, los participantes iban perdiendo al competir contra Loebanna, mas no se explicaban por qué; ella no parecía correr a una velocidad más alta que los demás, y sin embargo siempre terminaba dejando a todos atrás. Eso resultaba en verdad inexplicable.

El Rey León: CLARO DE LUNA (sobre HIENAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora