CAPÍTULO 49: LA FUSIÓN SE DESHACE

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Servatis a Periculum.

"... Y de la mancillada leche de Mara se erigió la terrible raza de los Makei (...) Dolor e ira, por contra, eran suyos, y los atesoraron en lo más profundo de sus seres".

"Clamaron a Aiheu, "¡Señor! ¿Por qué nos has dado sólo el dolor? ¿Dónde está nuestra belleza, nuestra hermosura?"

"Aiheu lloró, pues su sufrimiento era genuino y feroz. Y les contestó: "Aunque la causa no radica en vuestras acciones, estas manchados. No os llenéis de resentimiento y rencor, sino más bien buscad la esperanza que os ofrezco (...) Seréis dolorosamente tentados por el barro, pero también estáis llenos de mi leche, y superará todo lo demás si la dejáis. Recordad en vuestras tinieblas que mi luz está con vosotros, iluminándoos el camino verdadero".

Muy lejos de Las Tierras Del Reino, tres cansados transeúntes habían llegado hasta una zona de abundante follaje, muy diferente a los paisajes secos, típicos de la sabana africana, a los que estaban acostumbrados. Al entrar y andar por sus senderos, sin embargo, encontraron una zona apartada y pequeña de aspecto inhóspito. La vegetación era escasa. Sólo unas pocas acacias se esparcían alrededor, y en los suelos puro pasto seco.

Al ver todo esto, Diótima supo que finalmente habían llegado a su destino, pues según los conocimientos que tenía, así debía ser el lugar donde se encontraba el santuario de Radarana: un lugar inhabitable dentro de un lugar con condiciones propicias para la vida... o al menos eso decía la tradición.

En un momento, la sacerdotisa se detuvo y comenzó a olfatear en el aire. A raíz de esto, susurró de manera misteriosa:

"Huele a otras hienas. Es por aquí. Síganme".

Ella caminaba con su nariz muy apegada al suelo, olfateando aquí y allá con gran ímpetu. Banzai y Wema la siguieron. Esta última con un poco de dificultad ya que traía cargando en su lomo el cuerpo de Shenzi.

Así anduvieron, hasta que en un momento, Diótima se detuvo justo ante la entrada de una cueva. Pero esta no era como las otras: tenía distribuidas por toda la pared flores de muy vivos colores, las cuales a su vez otorgaban al lugar un aroma muy agradable. No cabía duda, todos habían llegado al santuario.

Segundos más tarde, nuestros viajeros fueron recibidos por alguien inesperada para ellos: La ex sacerdotisa de la jauría: Makhpil.

"¡Tú!", exclamó Banzai acusadoramente, al verla. "¡¿Qué haces aquí, traidora?!

"Pues yo solo soy la nueva discípula de la sacerdotisa Radarana", le respondió Makhpil con indiferencia.

Muy contrariamente a la reacción de Banzai, Diótima no pudo ocultar la inmensa alegría que la invadió con el reencuentro.

"¡Maestra Makhpil! ¡Pero qué extraordinaria sorpresa! ", Exclamó al momento que inclinaba la cabeza, haciendo reverencias.

"¡Diótima! ¡Mi gran discípula!" Expresó Diótima muy sonriente. "¡por los dioses, es un gusto volver a verte!"

Banzai, sin embargo, gruñía ligeramente y mostraba los dientes, mientras que Wema había limitado a decir hola y a sonreír.

"¿Qué los trae por aquí?", preguntó Makhpil. "¿Saben?, no es muy común que alguien venga a visitar a la gran Radarana". Después se dirigió exclusivamente a Diótima: "¿Acaso viniste para hacerte discípula, tal como yo hice?"

"No", respondía Diótima amablemente. "En realidad hemos venido porque Shenzi fue poseída por un Makei".

Makhpil sintió aversión al escuchar este nombre.

El Rey León: CLARO DE LUNA (sobre HIENAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora