Thomas L.
Helena miraba desde el ventanal de la terraza. Había regresado, tenía un año fuera, pero al final había vuelto. Sin embargo, no se sentía triunfadora, no se sentía llena. Haber entendido que Adán nunca iba a ser para ella fue demoledor. Tenía treinta y dos años y sentía que había desperdiciado los mejores años de su vida persiguiendo a un hombre para quien sólo fue un juguete. Verlo casado nuevamente con Neal, verlo feliz y radiante, contento; eso definitivamente no era lo que en el fondo deseaba. Ella le había dicho que lo iba de dejar en paz, que no iba se seguir haciendo el ridículo de perro rogando que le lanzara algún hueso para comer. Ella estaba molesta, quizás, sólo quizás, le hubiera encantado que él y Neal hubieran seguidos sus caminos separados, que sólo había sido ese maldito año cuando jugaron atrapados en las redes de la tía Elizabeth y que cuando cumplieran sus bodas de papel, se divorciaran y ya. Y ella iba a regresar casada y feliz, y él estaría solo y triste con su miserable viva.
Bien, las cosas no eran como ella esperaba; ella no regreso casada y feliz, pese a las apariencias, y Adán no estaba desdichado y abatido. La relación con Giovanni era complicada; él hombre le tenía el cuento de estar en un largo divorcio que no parecía terminar; ¿por qué ella siempre terminaba atada a hombres casados?, aunque ella sabía perfectamente que no estaba casado, él quería algo de ella, y ella le seguía el juego; pero ya se estaba cansando de ello. Sólo dos cosas la mantenían con Giovanni, la primera que era un tipazo, todos volteaban a verlo, los hombres con envidia, las mujeres con deseo; y lo segundo, sabía moverse en la cama.
Ella seguía contemplando la bahía, su apartamento estaba en aquel edificio de lujo cerca de las playas de la ciudad y al lado de la marina de yates cercana. Hoy habían pocos barcos en aquellas aguas verdes, los grandes transportes y cargueros que entraban y salían de puerto mercantil más abajo parecían que se habían dado un descanso ese día. Pudo haber regresado a casa de sus padres, pero ahí estaba la abuela Abigail, y pese a que adoraba a la anciana, sus problemas de salud, así como su carácter cada vez más irascible y agrio no era algo que ella quisiera aguantar, no con su estado actual de humor.
—¿Qué miras?, —le dijo Luciano, abrazándola por detrás.
El chico venía de la piscina de aquel complejo residencial vertical, iba tan solo con un traje de baño tipo bikini color negro y se notaba que estaba mojada la tela aún.
—No estoy para juegos Luci, —dijo ella apartándose e impidiendo que el joven le siguiera besando el cuello y la espalda.
—Desde que llegamos a este lugar no estás para nada, —dijo algo molesto Luciano separándose de la mujer.
—Tú padre está por llegar, —aclaró ella, como si con eso fuera suficiente para que aquel mocoso dejara de intentar montarla como perro siguiendo a perra en celo.
—Él sabe que nos acostamos, no le importa, a lo mejor le gusta vernos juntos, quizás así se le para un poco al viejo impotente ese, —dijo divertido.
—Tú padre será muchas cosas, pero no un impotente, eso te lo puedo asegurar, y tú lo sabes bien, cuántas veces te he visto mirándonos en la puerta mientras lo hacemos, y se que te pajeas ahí, mira que he encontrado restos de tu mugre bajando por las paredes, —respondió una molesta Helena.
—Te excita, te excita saber que los espío, eso es lo que pasa, te excita saber que así como yo los veo, él también nos mira; eres una vouyerista consumada, eso es lo que ocurre contigo, —sonrió Luciano. —Anda Helena, y esta vez si llega lo invitamos a que se nos una, un buen trío, un sandwich te parece; ser amada por los dos a la vez, padre e hijo, ¿no te mola acaso la idea?
—Lo que me faltaba además dentro de una relación incestuosa con dos fulanos, —reclamo Helena.
—Ni que fuera tan terrible, y si te gusta, lo hacemos entre ambos para que nos veas, a lo mejor eso te calienta; tu ex no es que terminó con un sujeto; no es eso lo que deseas ver realmente y por eso volvimos; —soltó la carcajada el joven.
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Thomas & Tomás - Serie: Agencia Matrimonial - 03
RandomHan pasado casi cinco años de la muerte de Eva; pero Thomas Lyon no logra olvidarla. Su tía le sugiere hacer como ella hizo con Adán, usar la Agencia Matrimonial de su amiga para conocer a su alma gemela. Hay sólo un problema, él no cree que pueda e...