Capítulo XXIV

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Tomás G.

Arthur estaba en la cocina preparándose un café en la maquina, ya colaba el oscuro líquido cuando ve descender por las escaleras a Tomás. El chico llevaba puesto un albornoz de algodón azul marino y sonreía. Caminaba raro. Quien sonrió ahora divertido fue Arthur sabiendo la razón de ello.

Ayer estaba terminando de pintar la flecha cuando sienten que llega el carro de Thomas. Necesitaba unos minutos para que se secara totalmente. Le indica a Dos que corra arriba y se prepare, él distraerá a Thomas unos momentos. Y cuando empezó a hablar con el hijo; y la forma de echar el cuento le daba a entender que quien ahora hablaba de divorcio era Dos. Estaba tan mal con aquella conversación que le daba al hijo, que la idea de que Nico, el guardia del local donde iban a grabar hoy tarde, estaba vendiendo boletos para ver el espectáculo, paso sin siquiera una elevación de voz en protesta o duda.

—¿Café?, —pregunta Arthur al recién llegado, elevando la jarra de vidrio con el liquido recién descargado en una mano.

Tomás asiente mientras agarra una taza grande del mostrador.

—¿Azúcar?

Tomás vuelve a asentir mientras el suegro le muestra una cucharilla con el contenido, y luego le vierte en la taza.

—¿Todo bien?, —preguntó Arthur.

Tomás ahí asintió con una sonrisa idiota.

—¿Estuvo duro lo de anoche?

Tomás vuelve a asentir divertido.

—¿Dolió?

Tomás sigue asintiendo y moviendo la mano como abanicándose.

—¿Te gusto?

El chico asiente con cara de idiota otra vez.

—Deberíamos seguir con lo de la grabación de lo azotes este tarde, ¿no crees?, se nota que te gusta el masoquismo.

Tomás negó con una sonrisa de oreja a oreja.

—Y tan asertivo que estabas para salir justo al final con un 'no'; —reclamó el suegro.

—Gracias por todo don Arthur.

—Toma, —dijo el suegro, agarrando un pote de crema y pasándosela a Tomás. El chico miro intrigado aquel recipiente. —No es una crema antiarrugas, si esa es tu pregunta; ponte eso en el culo para reducir la inflamación; era la crema analgésica que se usaría tras la sesión de azotes, —termino de aclarar el suegro.

—Gracias don Arthur, —repitió el joven.

—Todo por la integridad física de mi yerno, pero no garantizo la mental.

—Thomas me comentó anoche que el local ese donde íbamos a grabar, ¿qué estaban vendiendo boletos de entrada para vernos?

—¡Ah..., así que escuchó!

—¿Esa es otra de sus bromas don Arthur?

—¿Cuando yo he bromeado con algo?, lo que digo, lo digo siempre muy en serio.

—Yo todavía no logro descubrir cuando echa un chiste o cuando no, —Tomás sonríe.

Arthur sonríe taimado.

—Pero dime, ¿te hubiera asustado tener sexo con público presente?

«¡Oh, Dios, ya metió la pata en el barro!»; piensa Tomás de repente. Ya el suegro tiene otra de sus locas ideas.

—Creo que debe ser algo intimo, —al ver la cara del suegro, completa. —Por el momento.

—Bien, bien, en la semana hablo con Thomas para saber su opinión.

Thomas & Tomás - Serie: Agencia Matrimonial - 03Donde viven las historias. Descúbrelo ahora