Capítulo III

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Thomas L.

El teléfono sonaba, Thomas miraba asustado el aparato, en el mismo se marcaba [PAPA]. Al final movió el icono en la pantalla y permitió que la vídeo llamada entrara.

—Hola papá, —dijo el joven.

—Recibí tu mensaje, ¿qué estás ya en el aeropuerto de París embarcando? ¿No me dijiste que ibas a pasar el resto del mes allá?

—Si, pero cambie de idea y ya vamos de regreso.

—¿Vamos?, —la cara de Arthur se lleno de preocupación.

Thomas no pudo decir más, Elizabeth puso su rostro contra la del chico y saludo al primo al otro lado.

—Mira lo que me encontré aquí. No, no puede seguir solito acá, así que lo convencí de que me acompañara de regreso, yo necesitaba ayuda con todas las maletas; —dijo toda feliz la mujer. La cara de Arthur se puso seria y miró en la pantalla a Thomas, era un recordatorio, él se lo había advertido. —Y mira la sorpresa que te tenemos, Thomas se va a casar; —terminó soltado la bomba.

Thomas cerró los ojos preparado para lo que viene. La cara de Arthur se transmuta al otro lado.

—¡Thomas, que mierda es esa. ¿Cómo que te desposas y con quién demonios?, —gritó el padre.

—Es un chico lindo que conoció en línea, si vieras lo guapo que es, —completa la mujer no dejando responder al hombre a su lado. —Ya tengo todo preparado, no voy a perder los arreglos que tenía para la boda de Adán y Neal, simplemente será mandar las invitaciones, apenas llegue pido a la imprenta que las haga, sólo cambian los nombres y el próximo fin de semana lo celebramos, nada grande, sólo familia.

Con cada palabra Arthur iba transmutándose más, Thomas temía que si no le daba un infarto antes, cuando llegara a casa seguro lo mataban a golpes. De repente el hombre parece cambiar, su imagen se suaviza, casi hasta que sonríe. Thomas ahora se asusta de verdad, le está dando un accidente cerebro-vascular, no hay otra explicación posible.

—¿Has dicho un chico, me dices que tu novia es un chico?, —pregunta con una sonrisa Arthur. Thomas sólo puede asentir aterrado. —¿A qué hora abordan?; —pregunta.

—En dos horas más, los vuelos están atrasados; —dice un temeroso Thomas.

—Bien, entonces hay tiempo; quiero que vayas a algunas de las bodegas del aeropuerto y compres dos cajas del mejor vino francés, veinticuatro botellas, un merlot o un cabernet, lo mejor que encuentres y lo mandas a embarque. ¿Entiendes?, —ordena Arthur. —Vamos muévete y déjale el teléfono a tu tía, tengo que decirle algunas cosas.

Thomas corre presuroso, no quiere saber más.

—Y el chico que estaba todo asustado de contarte, mira lo bien que te lo has tomado que incluso has mandado a comprarle el vino para descorchar en la fiesta, —dice Elizabeth sonriendo contenta.

—El vino no es para la fiesta de boda, —dice Arthur con una mueca en la cara.

—¿No?

—No, pero te prometo que cuando llegues te voy a matar, mandaré a que te corten en pedacitos, cocinare tu carne adobada con el licor de esa botellas y lo que no se pueda comer se lo daré a mis perros para que no queden de ti ni los huesos.

—Por Dios Arthur deja las bromas tú no tienes perros, —dice la otra al teléfono y le corta la comunicación sonriendo.

***

—¿Para dónde salió el señor?, —pregunta Ignacia, la ama de llaves de la casa.

—Dijo que iba al refugio de animales, que necesitaba unos perros, —responde el muchacho que se encarga de todo lo que implique labores de hombres; desde jardinería, limpieza de la piscina, y a veces lo usan de chófer.

Thomas & Tomás - Serie: Agencia Matrimonial - 03Donde viven las historias. Descúbrelo ahora