Capítulo V

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Thomas L.

—Papá, —dijo Thomas esa noche tras bajar de su habitación al escuchar que su padre entraba al fin y se encerraba en su estudio. Se estaba preparado para dormir y llevaba un boxer color oliva y una guarda camisa sin mangas de igual color, ambos recuerdos de su vida militar. Apenas se puso unas pantuflas y descendió hasta el estudio del padre.

—¿Cómo siguen los preparativos de la boda?, ya Elizabeth envió las quinientas invitaciones.

—No serán más de cuarenta invitados, una cena formal en un restaurante, —dijo el chico.

Arthur miró y levantó la ceja en señal de duda desde el escritorio donde trajinaba algo en su computadora personal.

—Debe estar muy interesada en casarte con ese chico para aceptar eso.

Thomas miró la observación del padre, y esta era bien lógica, si lo que quería la tía Eli es realizar una boda por todo lo grande, bueno para eso estaba Raquel, y no le hubiera importado arrastrarla desde Venecia, Milan, Roma, o cualquier otro agujero en que la hija se hubiera escondido.

—¿Tengo una pregunta Thomas?, —dice Arthur. El chico asiente. —¿De quien fue la idea de unirte a un chico?

—Del azar, mi tía me dio una moneda y que la lanzara; cara una chica, cruz un chico; salió chico.

Arthur soltó la risa. Thomas seguía dudando de la cabeza de tu padre.

—Elizabeth jamas ha dejado algo al azar; ni siquiera cuando niña jugaba al ludo y al parchis; no cree en la suerte y los dados, nunca ha comprado un número de la lotería, —terminó por decir Arthur aún riendo divertido.

—¿Quieres decir?

—Que cada minuto que pasa me convenzo más que Elizabeth te cazo; con 'zeta', no con 'ese'.

—¿Y para qué haría eso la tía Eli?

—Ella está tramando algo, eso es seguro y tú eres su cordero para el sacrificio, —sonrió divertido Arthur.

—Si crees que todo esto es un error, ¿por qué no lo has detenido?

—Me gustan los juegos, Elizabeth movió las primeras piezas en este ajedrez; tú y aquel chico son sus peones; pero apenas esto es el avance del peón.

—Así que soy ahora el nuevo peón en esta especie de juego que inicia; como ya no está el tío Henry jodiendo, van a jugar ustedes dos ahora entre si.

—No creo que el juego sea conmigo, —respondió divertido Arthur. —Ella sabe bien con quien meterse; además soy el socio mayoritario de la empresa y mi hijo esta casado con su hijo; en caso que invente algo tengo los votos mayoritarios para que se atreva a intentar algo y me he ido asegurando todo este tiempo de que eso siga así.

—Y si sabes todo eso, ¿por qué me permites seguir?

—Adán ya la olvidó, y tú, que no eras nada para ella, no la olvidas y sigues como atrapado en ese pasado, te escondites en el servicio militar y ni siquiera cuando se atrapó a su asesina tú has pasado pagina. Quizás, como me dijiste ayer en la noche en la cena y te explicó ella en aquel avión, un año con alguien te haga reaccionar.

—¿Aunque ese alguien sea un chico?

—Bueno, cómo es el muchacho y te digo.

—Tenemos la misma edad y cumplimos el mismo día, se llama Tomás.

Arthur casi se pone a reír, apenas contuvo la risa con un soplido en los cachetes que se inflaron.

—Bien te casas con tu mellizo zodiacal, —dice el hombre divertido. —Pero yo me refiero a físicamente.

Thomas & Tomás - Serie: Agencia Matrimonial - 03Donde viven las historias. Descúbrelo ahora