Capítulo I

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Thomas L.

Thomas miraba en su minilaptop la última presentación digital enviada por Neal; eran las fotos de la presentación formal de los trillizos de Tristán e Isabella. Dos niños y una hermosa bebe como la madre. Y estaba todo el clan familiar, bueno casi todos.

Tristán había aceptado que la tía Elizabeth se encargara de la recepción del evento en los terrenos de la Mansión Lyon. Como siempre la tía era experta en llenar aquellos patios con lo que ella llamaba 'todos familia'; algo así como quinientos invitados; aunque él sabía bien, que si era cierto que muchos estaban relacionados con el clan familiar; la familia directa eran menos de treinta, incluyendo los últimos cuatro nuevos recién llegados a la familia en ese ultimo año.

Buscó nuevamente la fecha en el archivo de cuando eran esas fotos. Dos meses atrás. Él había sido uno de los ausentes, estaba en una misión con las tropas; la otra era la prima Helena, que según ella decía, estaba preparando su boda con algún Conde italiano. Levantó la mirada a los transeúntes en aquella calle de piedra. Era una de esas tantas pequeñas callejuelas del casco histórico de París; con sus tiendas de alta costura en los distintos locales y las aceras llenas de mesas donde los lugareños se detenían por café y croissants. El apartamento estudio, herencia de su madre, estaba a tan solo unas cuadras. Amaba ese lugar, uno de los pocos con recuerdos felices de su infancia, con todos juntos pasando las fiestas de fin de año en la ciudad Luz.

Por fin estaba de baja y su tiempo de servicio en la Marina había concluido; era momento de regresar a la vida civil, de regresar a casa. Miró nuevamente las fotografías de aquella presentación; la familia, ahí estaba la familia; todos contentos. Adán se había vuelto a casar con Neal; pero lo hizo a escondidas, no quería a su madre y sus fiestas llenas de gentes, se habían vuelto a casar en una notaría, justo cuando escucharon que la tía Elizabeth empezaba a planear la boda, ellos le mostraron el certificado de matrimonio. Cómo le hubiera gustado estar presente para ver la cara de sorpresa de la tía, que aquel gusto se lo habían quitado de los dedos. Igual hizo Vivian con Diego; al parecer ninguna de las parejas parecía dispuesta a sufrir aquellas fiestas de matrimonio que la tía ya estaba montado desde hacía semanas atrás, antes de que estos le aguaran los planes.

Elizabeth tuvo que conformarse con una cena familiar intima en un discreto y caro restaurante para celebrar ambas uniones. Él seguía mirando las fotos, a los niños correr, miró como Adán Junior y Evita habían crecido ese año; y el chico Joseph con ellos; pronto todos iniciarían la pubertad y lo que viene con ello. El tío Manuel y su padre juntos en una foto, ambos sonrientes; parecían cercanos, pero estaba seguro él que si se mostrara la fotografía de sus espaldas, ambos tendrían en sus manos dagas para enterrárselas al otro. Al parecer por aquella imagen fingían haber hecho las paces; por cuánto tiempo, Dios diría.

Unas manos de mujer le cubrieron los ojos.

—Saludos tía Eli, —dijo Thomas sin mucha angustia.

La mujer soltó su amarre y pasando por su lado se sentó en la silla vecina en aquella mesa. Trono los dedos llamando al mesonero y pidió algo para tomar.

—¿Cómo supiste?, —dijo Elizabeth sonriendo, mientras acomodaba un par de bolsas finas de compras en algunas de las boutiques cercanas a su lado.

—Papá me dijo que estabas de cacería en París.

—¡Oh, vaya que decepción no poder sorprenderte!

—También dijo que me escondiera en las Catacumbas bajo tierra y que no saliera hasta que él mismo me confirmara que habías abordado el avión y que este había despegado del Charles de Gaulle.

—Él y sus chistes, —sonrió la mujer.

—¿Bueno, y a qué de tu visita aquí?

—No puedo venir a ver a mi sobrino favorito, tu padre me dijo se acabó ya la marina y que estabas pasando unos días en el apartamento de París.

Thomas & Tomás - Serie: Agencia Matrimonial - 03Donde viven las historias. Descúbrelo ahora