Capítulo XXIX

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Thomas L.

Thomas veía como salía del garaje el carro amarillo, dentro Tomás y Laura. Retrocedió y los dejo pasar. Se persignó cuando pasaron; rogó para que esa mujer pudiera calmar a Tomás lo suficiente para que pudieran volver a hablar con calma.

—Hay una solución querido, —le había dicho esa tarde Laura, a poco de llegar su padre y estando todos conversando.

—¿Solución?, —preguntó él.

—Es simple, al parecer el problema está que cuando él te pide algo, tú no puedes o no quieres; así que a lo próximo que te pida, aunque este en contra de tu propio juicio, le dirás que si; así de simple.

—¿Cualquier cosa que pida?

—Cualquier cosa que pida, —reafirmó ella.

—¿Pero y qué pasa con lo que yo quiero?

—Me dijiste que querías salvar tu matrimonio, ¿cierto?, entonces debes comprender que no todo se trata de ti; un matrimonio tiene dos partes; y al parecer, por lo que te escuche en la tarde, y luego hablando con tu padre, aquí la balanza sólo se inclina para un sólo lado, él tuyo.

Él iba a protestar, eso no era cierto; Tomás era reacio a acompañarlo al club hípico, más si le sugería volver a montar un caballo; ¿cómo se le iba a quitar ese miedo a los caballos si nunca más lo intentaba?

—Una cosa más, tu problema te lo va a resolver Tomás al pedirte lo que quiere; —dijo la mujer mientras jugaba un solitario con aquellas cartas.

—¿Problema?, ¿qué más problema que esta pelea con Tomás?

—Lo sabrás cuando llegue el momento, tranquilo, pero no te niegues a lo que te pida, aunque no quieras hacerlo por nada del mundo; —le dijo la mujer con una sonrisa en la cara.

—Yo que tú le hago caso; —dice Arthur.

—¿Pero qué problema?, —insistió.

—Ya te lo dijo ella, lo sabrás en su momento, —sonrió el padre.

Cuando entró ese inicio de noche en la casa y vio a su padre, el hombre sonreía malévolo; seguro ya estaba con su ideas raras.

—Ya salieron, —dijo divertido Arthur.

—Los vi, —responde.

—Me he pasado todo el rato imaginando lo que Dos te va a pedir.

—No me asustes más.

—Sigo entusiasmado con la grabación frente a publico presente.

—Divorcio.

—¿Ni por salvar tu matrimonio?

—Ni por eso.

—¿A ver y si te pide follarte el culo?

—Puedo ceder.

—Interesante realmente.

—Deja las bromas padre, no estoy para juegos.

—No bromeo; sólo trato de prepararte; imagina lo molesto que está Dos, que tus disculpas no bastaron antes; no, no lo creo; lo que te pida debe ser muy grande, algo que sea como caerte a azotes a ti, en vez de él.

—Ya basta papá.

—Eso, quiere caer a azotes a tu culo hasta dejarlo color berenjena.

—Si ese es el caso.

—¿No podrías montar a Apolo por días?

Thomas prefirió no seguir con el tema, su padre iba a ponerle la cabeza tan inflada de ideas que seguro eso de aceptar lo que le pidiera ya no estaba muy a la mano. Así que se retiró y empezó a subir a su cuarto.

Thomas & Tomás - Serie: Agencia Matrimonial - 03Donde viven las historias. Descúbrelo ahora