Capítulo XVI

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Tomás G.

—Dos días, dos malditos días pase en casa de mi suegro antes de que mi matrimonio terminara, —se decía Tomás mientras conducía aquel compacto amarillo. —Tenía razón Martina, lejos de tu madre y más lejos de tu suegra.

Él no iba a esperar a que Thomas volviera y le dijera con esa cara lavada que todo había terminado, y que ya había ido a la agencia a solicitar el divorcio, que se tenía que mudar nuevamente. Había recogido sus cajas y las colocó dentro de aquel carro, ni siquiera tuvo tiempo de vaciarlas en casa del suegro, así como llegaron, así regresaron sin abrir. Igor lo ayudo a bajar aquellos contenedores de cartón nuevamente y meterlos en el carro. El suegro lo miraba desde el ventanal del estudio. No hablaron más esa mañana.

—¿No habrá entonces grabación este sábado?, —preguntó un Igor todo triste.

—No, me temo que no.

—Lo siento señorito Tomás.

—¿Te hubiera gustado todo eso verdad?

El chico asintió todo lloroso, ya se había hecho a la idea y estaba todo entusiasmado.

—Supongo que el señor Lyon tampoco tendrá humor para que vayamos de compras el jueves, —completo el chico.

—Te hacia ilusión de eso otro también.

—Tengo todo, no me falta ropa, pese a que me vio con aquel interior gastado, pero hubiera sido divertido salir de compras.

—¿Por qué no le preguntas de todas formas, algo me dice que le gustará la idea aún?

—¿Lo cree señorito Tomás?

—Pregúntale, lo peor que puede ocurrir es que diga que no.

—Gracias señorito, fue un gusto conocerlo realmente.

—¿Te divertías cierto?

—Esta casa es algo aburrida sin personas, es muy grande, pero desde que volvió el patroncito y luego con ustedes dos siempre estaba pasando algo, incluso el señor Lyon trajo perros a la casa.

—¿Te gustan esos perros?

—Son buenos perros, al igual que yo nadie los quiso antes, así que sí.

—Bueno Igor, nos veremos.

—Cuando Dios diga.

Dicho esto Tomás se subió en aquel vehículo y salió del lugar; dejo el juego de llaves de la casa en manos de Igor antes de cruzar aquella reja de la entrada.

Igor agarró las llaves y fue a la casa atrás, Doña Ignacia estaba esperándolo para salir al abasto para algunas compras. Cuando regresaron una hora después, el señor Lyon ya se preparaba para ir a la oficina. Entró dentro de la casa y buscó en el estudio al patrón.

—Aquí dejo las llaves señor Lyon.

Arthur miro serio al chico y a aquellas llaves en la mano del muchacho. Levantó su mano para recibir aquel llavero. El carro se lo iba a dejar a Tomás un tiempo, mientras se resolvía y podía mover sus cosas. El chico tenía que buscar un lugar donde mudarse, donde vivía ya no era posible.

—Úsalo para lo que lo necesites, o hay prisa, lo tienes asignado para todo este año, —le había dicho Arthur a Tomás. —Cuando ya no lo necesites simplemente lo llevas al edificio Lyon en el centro y entregas las llaves en recepción.

—Gracias, —fue toda la respuesta de Tomás.

—Señor Lyon, —dijo Igor tras entregar las llaves.

Thomas & Tomás - Serie: Agencia Matrimonial - 03Donde viven las historias. Descúbrelo ahora