Capítulo XXXIV

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Tomás G.

—Te pasaste, —reclama Tomás al otro en la cama.

—¿No te gusto de corte de cabello?, —respondía Thomas, acostado boca arriba en la cama, mientras Tomás se acurrucaba a su lado.

—El corte de cabello no es el problema.

—¿El color?

—Bueno el blanco nieve es muy drástico, y te ves atractivo; pero...

—¿No te gusto el gradiente de color?

—Creo que es demasiado papagayo para mi gusto, a tu padre casi le da un infarto.

—Ese va a vivir hasta los cien años, sólo para joder.

—Mira, voy a tener magulladuras por días, te juro que si no lo detengo iba a buscar su revolver y me convertía en viudo, —reclamó mostrando las marcas rojas en la muñeca donde el suegro lo había sujetado.

—No fue para tanto, —reía divertido Thomas.

—¿No fue para tanto, tienes idea de qué impresión dio ese tatuaje?

—Es temporal, se borra en menos de una semana, sólo fue por diversión.

—¿Y qué pretendías con ello?

—Creo que mostrar lo que me gusta tu culito, ese eres tú, que te corres mientras yo te rompo tu culo.

—Linda forma de decirlo.

—Pero estoy pensando seriamente hacerme uno de verdad.

—No antes de nuestras bodas de plata, y no uno como ese.

—Ya sería muy viejo para lucirlo en la playa.

—Si vas a lucir algo como eso que tienes dibujado ahora, prefiero estar divorciado.

—¿En serio no te gusto el dibujo?

—¿No pudiste escoger algo menos... obsceno?

—Bien, dejémoslo así.

—¿Y mañana, cómo te vas a presentar en tu clase?

—El papagayo como lo llamaste sólo se activa con calor y dura sólo hasta que me lave la cabeza, mañana nadie lo verá, salvo mi blanco platino, ese si es hasta que me salgan las raíces negras nuevamente.

—Esperemos.

—Si pudieras escoger un color, ¿con cuál te gustaría verme?

—Estas demente, ¿qué le paso al macho marino con que me case?

—Conoció a Culito Rico, y ahora en serio, ¿qué color te gustaría, fuera de este blanco platino?

—Creo que el azul zafiro es lindo; pero verde como el Guasón sería divertido.

—Verde, bien lo pensare.

—No, no lo harás, antes de noche vieja quiero a mi esposo con su cabello onix nuevamente.

—Aguafiestas, —reclamó el otro.

—Ya lo sabes, tienes estas dos semanas para jugar, pero no quiero que sigas asustando a tu padre, a ese no le gusto tu broma para nada.

—Y tan liberal que era cuando nos casamos, ya faltaba que se sentara aquí en el cuarto y me dijera como debía romperte el culo. —Tomás prefirió callar, no quería saber la reacción de Thomas si descubriera que su padre esas primeras veces los había estado vigilando con cámaras escondidas. Se giró y miró también hacia el techo. —Sabes, —continuo Thomas. —Tengo un problema.

Thomas & Tomás - Serie: Agencia Matrimonial - 03Donde viven las historias. Descúbrelo ahora