Capítulo XXXIX

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Thomas L.

—Padre, Igor no está, —dice Thomas entrando a la casa.

—Ya se fue.

—¿Y lo permitiste?

—Él y yo teníamos un trato, mi puerta está abierta para que entre y para que salga cuando quiera; quiso salir, ya no puedo hacer más.

—¿Y lo qué le paso, lo vas a dejar así?

—¿Supongo que ya vistes el vídeo que enviaron?

—¿Qué vas a hacer?

—Nada.

—¿Nada?

—No puedo castigar a Benjamín, escapa de mis manos.

—¿Por qué no?

—Si fueras tú quien hubiera cometido esos actos, y todos pidieran tu cabeza, ¿crees acaso que yo lo permitiría?

—Pero...

—Es igual, es su hijo y Fernando se encargara de castigarle.

—Ese seguro lo protegerá, a lo mejor ya lo está sacando del país.

—Conozco mejor a Fernando que tú, y si te soy sincero, hasta tengo miedo por Benjamín.

—¿Te burlas, cierto?

—¿Sabes cuál es la diferencia entre Fernando y yo?

Thomas lo niega.

—Yo castigo y doy segundas oportunidades, Fernando simplemente advierte y ejecuta, no perdona a nadie.

—¿Ni a su propio hijo?

—Menos a su propio hijo.

Thomas no quiso discutir más el problema, él tenía ahora otro propio; en un principio no se dio cuenta; como era habitual desde que hizo el acuerdo en noviembre con Tomás, y en el gimnasio; él tenía tres tardes libres, tardes que dedicaba a entrenarse para la competencia de equitación; pero desde hace una semana, ya con la misma encima, había pedido a las chicas del Gym que iba a estar fuera por las siguientes dos semanas en las tardes, y eso también se lo había dicho a Tomás.

Todo empezó el martes pasado, pese a sus planes de ir al club ecuestre; una emergencia en el Gym lo obligó a cambiar de planes y tuvo que ayudar a las chicas allá. Ya que no tenía más remedio que quedarse esa tarde, subió ese mediodía a almorzar con Tomás, como ya era costumbre. 

—¿Gabriela, tú aquí?; pensé que almorzabas con la señora Ducati y la abuela Luisa, —preguntó.

—Estoy reemplazando al señor García, tiene un compromiso estas dos semanas en las tardes, —respondió la chica.

—¿Y te dejan sola aquí?, —se preocupo Thomas, sobre todo conociendo al padre de la chica.

—Abrí la puerta por tratarse de usted tío, los chicos de la oficina vecina son los que atienden al público; yo sólo me quedo haciendo el trabajo de oficina mientras llegan las señoras, —aclara la joven.

—¿Y es por estas dos semanas nada más?, —duda Thomas. 

—No, es desde que empece a trabajar en enero, el señor García no viene los lunes, miércoles y viernes en las tardes, algo sobre un curso, —aclara la joven. —¿Todo bien tío Thomas?, —pregunta la sobrina.

—Todo bien, seguro me lo dijo y yo tengo la cabeza en otro lado.

Thomas se despide de la sobrina y mientras sale piensa: «¿En dónde se mete Tomás y que demonios está haciendo

Thomas & Tomás - Serie: Agencia Matrimonial - 03Donde viven las historias. Descúbrelo ahora