Capítulo XII

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Tomás G.


Tomás corría presuroso, aún no salía el sol siquiera; casi no había dormido esa noche, primero Thomas lo estuvo follando hasta que se cansó y luego no dejaba de pensar que cara tendría en la mañana para poder ver al suegro. Él estaba acostumbrado a levantarse antes de las seis. Menos mal que ya había dejado todo preparado para su salida esa mañana de martes. Necesitaba de alguna forma retomar su vida, necesitaba volver al gimnasio y hacer sus trotes diarios. Irse trotando al trabajo era una opción, si no fuera por el cómo llevaba la ropa para cambiarse luego para ir a la oficina. Por el momento sólo intentaría ir al entrenamiento de pesas y maquinas en las mañanas, y allá mismo se cambiaría en los vestuarios para seguir hasta el edificio donde trabajaba.

Tuvo que despertar al chico del jardín para que le abriera, suerte que este ya estaba de pie y no fue mayor drama. Necesitaría una llave de alguna de las puertas de la casa del suegro, no podía depender de los demás para entrar o salir. Paso más de una hora entrenando y llegó casi a las nueve a la oficina. No quería comentar nada de lo ocurrido la noche anterior a las dos mujeres. No imaginaba que posición tomarían al saber que el suegro entró mientras tenían sexo, con él siendo reventado duramente en el culo por Thomas; y venía a ordenarles que dejaran el escándalo.

No, ni siquiera él aún podía superarlo.

Ese día estuvo todo a su favor, ya había gente esperando afuera cuando abrieron y no paró el público de entrar y salir hasta pasado el medio día; momento en que las mujeres ya habían bajado a comer, y él se quedaba a hacer guardia y a adelantar trabajo. A golpe de la una aprovecho finalmente un momento de soledad para ponerse a trajinar los mensajes en el teléfono y pasear un poco por el internet, revisando las redes sociales. Thomas lo había incluido en las de la familia Lyon, ya como un miembro más, como correspondía a su posición de esposo suyo.

En el WhatsApp familiar del teléfono habían no menos de cien mensajes corriendo; es cuando entendió cual era el chisme que corría y del que todos hacían broma, lo único que sentía en ese momento con fuerza eran los deseos de matar a Thomas. Y la pagina de Facebook familiar en la computadora no se quedada atrás. Era definitivo, él iba a ser la broma con que la familia Lyon iba a divertirse todo ese mes, eso si no enviudaba o se divorciaba antes.

Pensó en las palabras de su madre: «ojos que no ven, corazón que no siente» y decidió que seguir conectado al circulo Lyon le iba a provocar un problema domestico a diario, un derrame cerebral, o algo similar, así que se borró del circulo de amistad de la pagina social y eliminó todos los contactos a la familia Lyon en su teléfono y en las redes sociales, dejando sólo el número de Thomas, el del suegro, el de la casa de su padre, y el de la tía Elizabeth, esa doña era de cuidado. Que dijeran lo que quisieran, y a Thomas seguramente no le gustaría que se hubiera excluido de aquellas redes familiares, pero era su salud mental la que importaba.

La puerta de la entrada se abrió y pensaba que era algún cliente, pero para su sorpresa era el suegro quien pasaba por aquel marco.

—Me imagino que puedo invitarse a almorzar, —dijo Arthur.

—Es mi turno en la oficina, Tía Martina luego me trae algo al regresar, —trato de justificarse Tomás.

—¿Chino, te gusta el arroz chino?, —dijo el suegro mientras levantaba unas bolsas con varios contenedores de comida.

No podía hacerle el quite y asintió, mientras se levantaba y conducía al suegro a un espacio anexo interno donde tenían la cafetera y el microondas. Acomodó un par de sillas al lado de aquella mesita y el suegro empezó a sacar de las bolsas aquellas viandas. Minutos después estaban comiendo de aquellos potes.

Thomas & Tomás - Serie: Agencia Matrimonial - 03Donde viven las historias. Descúbrelo ahora