Atrincherado en la habitación, Julian daba vueltas al asunto. Tal vez no debió mentir acerca de su padre pero ya estaba hecho. Maldijo para sus adentros, notando una vez más que mucho de lo que odiaba de John también habitaba en él. Estaba engañando a Nick del mismo modo en que su padre lo hacía con todo el mundo cada vez que lo consideraba oportuno.
Pensó que, de haber sido sincero, ahora no debería enmascarar su preocupación bajo la fachada de los celos o de algún otro incomprensible capricho. Podría decirle libremente que su padre no era un hombre de fiar y no contemplaba otro interés que no fuese el suyo. Sabría prevenirlo, evitarle algo similar a lo que él mismo había vivido cuando, descendido del trono de único hijo varón se convirtió en la vergüenza de la familia, el paria de buenos modales, por cuya educación se había pagado mucho y al que sólo se exhibía en alguna reunión social donde fuera preciso ensalzar las virtudes familiares de John. Si así había sido con él, qué podía reservar para Nick, un joven prometedor que auguraba dinero y que sería desechado al menor indicio de no cumplir las expectativas. El negocio era naturalmente cruel y su padre lo había llevado a otro nivel. Quería evitárselo, ponerlo a salvo de la ingrata sensación de ser reducido a polvo sin miramientos. Y también deseaba ocultar su mentira, no podía negarlo. Seguir siendo Julian Christiansen y no tener que avergonzarse frente a él del historial que empañaba la imagen paterna.
Revivió mentalmente la escena entre los dos. Había sido ridícula e innecesaria. Un pedido al que ni siquiera tenía derecho, una farsa montada por él y sus secretos temores. Intentó persuadirse de que no tenía caso preocuparse de ese modo. Era plausible que Nick huyera espantado de aquel círculo, tal como él mismo lo había hecho cuando su padre le hizo la misma propuesta.
Desde luego que lo contrario también era posible. No era difícil deslumbrarse en el mundo de fantasías que John vendía como nadie. Hasta su propia madre, tan pragmática y escandinava, había caído en él alguna vez.
Pensó en su padre. Le resultaba curioso que, mientras más intentaba sustraerse de su influjo, más presente parecía volverse. Y ahora estaba allí, estropeando su vida con Nick. Como si no le hubiese arrebatado lo suficiente.
Sintió nauseas, como siempre que estaba nervioso. (1) Se encerró en el baño, buscando aliviar su malestar y arrepintiéndose de aquellos tragos de vodka que no debió probar.
Desde la sala, Nick podía escucharlo. Acababan de protagonizar su primera reyerta seria. La primera que con seguridad antecedería a muchas si lograba acceder a Elite. Lo atribuyó a los celos, a la perspectiva de un entorno rodeado de tentaciones que probablemente lo inquietasen. Hubiese deseado ahorrarle aquella zozobra, decirle que no había nada que temer, que sólo estaba allí para...
Pero no, tampoco podía hacerlo.
Acercó el oído a la puerta del cuarto y creyó escuchar un sollozo. No pudo evitar pensar que si había alguien que no merecía sufrir a causa de sus planes, ese era Julian.
Caminó meditabundo por la sala, sintiéndose más responsable que culpable. Quizá fuera hora de decir la verdad. La certeza de su pena lo confrontaba con la súbita noción de que podría perderlo. De que su amante podía, si no es que debía, buscar nuevos y mejores horizontes lejos de él. Podría tener a quién quisiera, ¿por qué zozobrar a su lado? Entonces lo supo. Era el momento de una confesión que, con suerte, aquietaría las dudas de ambos.
Respiró profundo y tomó el picaporte. Abrió despacio la puerta del cuarto. Echó un vistazo y pudo verlo acostado, cubierto con las mantas por encima de la cabeza.
Se acercó en silencio.
-Jules...- susurró pero no obtuvo respuesta.
Conocía su respiración y sabía que no estaba dormido. Se sentó a su lado, a un costado de la cama.
-Jules...- repitió pero esta vez llevando la mano a su cabello, asegurándole con su caricia que la rencilla estaba enterrada, al menos de su parte.
Julian se descubrió el rostro. Tenía los párpados algo hinchados.
-Lo siento...- se adelantó- he sido un ridículo. Yo...no tengo derecho...
Pero Nick selló sus labios presionándolos suavemente con el pulgar.
-Hay algo que quiero decirte...
Podía callar, ahora lo sabía. Julian retrocedía y todo quedaría en el olvido sin que él tuviese que hablar. Pero estaba decidido a que nada de lo que estaba por venir volviera a llevar intranquilidad y discordia entre ellos.
-Hay algo que debes saber, Jules...- dijo antes de hacer una pausa de efecto más preocupante que tranquilizador- sé que tal vez no sea el momento de decirte la verdad. No sé si es demasiado pronto o conveniente pero tienes que saberlo.
Turbado, Julian se incorporó hasta apoyar la espalda en el respaldo de la cama. Sus ojos se encontraron.
-Me asustas...- balbuceó pensando que todo lo que había entre los dos llegaría su fin en ese preciso instante.
Nick escrutó su rostro expectante. Aquella boca de labios fruncidos, sus ojos aguados como acuarela y una larga pestaña desprendida flotando sobre su pómulo derecho. La tomó con cuidado.
-Mira...- dijo enseñándosela- deberías pedir un deseo...
-Mejor pídelo tú...- concedió Julian.
Nick sonrió.
-Teniéndote, no se me ocurre qué más podría necesitar- respondió deshaciéndose de la pestaña- quizá...quizá sólo me gustaría que comprendas que...
-Comprendo- lo interrumpió- olvida lo que hablamos, ha sido un gran desatino- dijo resignado.
-No es eso, Jules. Lo que quiero decirte y espero no estar apresurándome, es que eres...eres lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo. No sé por qué te desagrada tanto la oferta de ese hombre pero debes saber que es sólo un empleo y todo el resto...mi mundo...eres tú. Nada debería preocuparte así porque...porque te amo, Jules. No sé si querías oírlo...pero es la verdad.
Sus ojos se abrieron con emoción y sorpresa. Intentó articular algo pero Nick le impuso silencio, otra vez.
-Sé que puede parecer inesperado. O hacer que te sientas bajo presión. Y no quiero eso. Ni siquiera tienes que responder. Alcanza con que estés al tanto y te deshagas de cualquier duda, de lo que sea que esté molestándote.
Iba a decir algo más, casi excusándose por imponerle la carga de aquella revelación, pero antes de que pudiera hacerlo los labios de Julian aprisionaron los suyos durante un instante interminable. Apenas sus rostros se separaron un poco pudo escuchar.
-¿De verdad...de verdad me quieres...así?- preguntó asombrado.
Tantos, tantísimos amores y jamás una confesión como aquella. Tal vez nadie se lo había dicho antes. O tal vez no había querido escucharlo. O simplemente no le importó, no como ahora le importaba.
Nick asintió despacio, su nariz rozando la de Julian.
Entonces vio su sonrisa, dulce pero con aquel regusto amargo que la tornaba deliciosa.
-También yo te amo...no te imaginas cuánto.
(1) El propio Julian se refirió a esta situación en varias oportunidades. Solía vomitar a causa de sus nervios, en especial antes de salir a escena (tanto en clubes pequeños como en presentaciones más importantes). Su problema puso en peligro varias apariciones, en particular la primera incursión de la banda en el gran escenario del Festival de Reading. En esa ocasión, la descompensación fue tal que creyó que no podría salir a escena.
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Némesis
FanfictionUna historia de amor y revancha. Ship: Julick (Julian Casablancas x Nick Valensi). Bienvenidos a mi primer fanfic sobre The Strokes. Quedan todos invitados a leer y comentar. Idea original. 15-07-2020