Capítulo 27

97 13 4
                                        

El mismo policía que lo había llamado fue el encargado de escoltar a Nick hasta la salida. Frente a su intervención, ambos hombres habían restado importancia al incidente y en atención a los acontecimientos fue el propio Nick el que decidió que debía ser él quien se marchara.

Se dirigió al único sitio al que podía acudir, junto a su hermana. Alessandra lo recibió sorprendida ante su semblante demacrado. No comprendía cómo podía verse tan miserable en el preciso momento en que, a su entender, tocaban el cielo con las manos.

-Hermano, querido...¿qué es lo que ocurre?

-Es Julian...- respondió aferrándose a la cintura de ella, como solía hacerlo cuando era niño.

Quiso contarle todo lo sucedido pero no pudo seguir hablando. La mujer le acarició el cabello maternalmente aunque ya no podía reconfortarlo como antaño. Había un abismo entre el chiquillo que sufría por causa de otros y el hombre que sufría por sus propios actos. Y lo peor era que, aunque se esforzara, su hermana no podía comprenderlo. No lograba concebir por qué derramaba esas lágrimas...por uno de ellos. Comenzando a ofuscarse ante lo que consideraba una traición a la propia sangre, reclamó.

-¡Es sólo otro Casablancas! Uno más de esa maldita familia y el hijo de ese canalla- protestó ella, quebrando el silencio entre los dos.

Nick dio un respingo. Algo en sus palabras lo sobresaltó.

-¿Cómo lo sabes? ¿Cómo sabes que es el hijo de John? Iba a decírtelo...acabo de enterarme.

Consciente de haberse traicionado, la mujer se mordió los labios.

-Yo...- dijo titubeante- estaba allí. ¿Lo olvidas?

Su hermano razonó un instante. Nada de lo ocurrido delataba la identidad de Julian para quien no la conociera.

-¿Y qué si estabas allí?- cuestionó- Nadie dijo nunca que Julian y Cecile fuesen hermanos. Lo único evidente en ese escándalo fue que él y yo somos amantes. ¿Cómo supiste que era el hijo de John? ¿Y cuándo?

Su hermana lo miró fijo y no hicieron falta explicaciones.

-Lo sabías, ¿verdad? Lo supiste siempre...- dijo desilusionado.

-No siempre- respondió con frialdad.

-¿¡Y por qué no me lo dijiste!? ¡Maldición, por qué!- respondió alzando la voz.

Alessandra permaneció en silencio.

-¿Cómo pudiste, hermana? Sabías...sabes que lo amo...que nunca...nunca le hubiese hecho daño. Sólo quería que esto acabase para estar a su lado, como antes...

-Ahí tienes la respuesta- dijo ella sin inmutarse- supe quién era él poco antes del compromiso, casi por casualidad. Y no iba permitir que todo este esfuerzo se fuera por la borda...

-¡Pero se suponía que nada de esto debía afectarlo!- gritó- ¡Si alguien no debía salir lastimado, ese era él!

-Todo podría haberse evitado si Julian no te hubiese mentido- dedujo con serenidad.

-¿¡Qué!? ¿¡Todavía lo culpas!?

-¿Acaso no te ocultó su identidad?

-Tú también me la ocultaste. Pude...pudimos evitarle todo este dolor...

-¿¡Evitarle este dolor!?- exclamó indignada- ¿¡Y por qué debería importarme el dolor de ese mocoso!? ¿A alguien le importó el de Celine? Te equivocas, Nick. Te equivocas si piensas, por un instante, que estaría dispuesta a dejar a los Casablancas libres de toda culpa. Eso jamás- dijo dando un golpe a la mesa- Pensé...pensé que lo comprendías, que lo habías comprendido hace mucho. Y que estabas de acuerdo.

-Él no tenía que sufrir...

-¡Celine tampoco!- gritó antes de hacer una pausa- ¿No lo ves, hermano? El bastardo ni siquiera recuerda su nombre. Te presentaste frente a él y ni siquiera recordó el apellido. ¿Y tú quieres que me compadezca por el desengaño de su hijo? En dos semanas se revolcará con otro mientras nuestra hermana...- dijo sin poder completar la frase.

-Al menos pudiste compadecerte de mí...- respondió abatido.

Alessandra cerró los ojos como si con ello pudiese hacer a un lado el sufrimiento de su hermano. Tomó un respiro antes de continuar, incapaz de comprender aquellos súbitos escrúpulos que no valían nada frente a la prematura muerte de Celine. Con más calma, volvió a interpelarlo.

-¿Por qué deberíamos tener piedad con quienes no la tuvieron?- preguntó en un intento de que entrase en razón.

-Supongo que...para no convertirnos en ellos...- susurró- ya no somos mejores que los Casablancas. Lo fuimos...pero ya no...

Comenzó a deambular por la sala, cabizbajo, enfrentándose por primera vez con la idea de haber sido engañado por su propia hermana. De pronto se detuvo y volteándose para verla, reprochó.

-Me usaste, Alessandra...me manejaste como a un títere.

-¿Un títere?- repitió ella con gesto de enfado- ¿Eras un títere cuando buscaste empleo en ese bar sólo porque sabías que John lo frecuentaba? ¿Eras un títere la noche que te pavoneaste frente a él sabiendo que repararía en ti y te contrataría?

-No, no lo fui. Pero pensaba que estábamos juntos en esto y...nunca fue así. Me ignoraste cuando lo consideraste oportuno. Me ocultaste información...sobre alguien que amo. ¡Dejaste que saliera herido cuando pudiste evitarlo! Comprendo que no te agrade Julian pero...¿no pensaste en mí ni por un segundo?

Y sin siquiera esperar la respuesta, dejó el apartamento.

NémesisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora