Capítulo 5

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Llegó a las inmediaciones del bar. Aún era temprano para su cita. Observó la coqueta fachada del lugar y sonrió. Sabía que allí estaba lo que había ido a buscar e indefectiblemente, más tarde o más temprano, llegaría hasta él.

Caminó un rato intentando matar el tiempo y familiarizarse con la zona que, estaba seguro, transitaría con frecuencia en el futuro.

Justo antes de cruzar la avenida, un joven de cabello castaño y chaqueta de cuero llamó su atención. Lo miró fija y ostensiblemente, de arriba abajo, como solía hacer siempre que alguien le gustaba, con la certeza de que nadie, para bien o para mal, permanecía indiferente a sus miradas.

Tenía razón. El muchacho no demoró en sentirse aludido. Se quitó los lentes de sol, descubriendo unos grandes ojos que a la luz del día parecían tomar un singular color ocre. Pasó a su lado, sin detenerse pero no sin antes dedicarle un guiño y soltando un pequeño mordisco al aire.

De no tener aquella entrevista, le hubiese gustado seguirlo y aventurarse a sentir en su carne la dentellada de aquella boca de labios voluptuosos. En su lugar, debió conformarse con voltearse al verlo pasar y echar un vistazo a su redondo trasero.

El reloj indicaba que debía aprontarse para su cita. Volvió a encaminarse rumbo al bar. El reflejo de su imagen en los escaparates le dejó saber que lucía bien para el encuentro.

-Con permiso- dijo hacia la nada al atravesar la puerta- tengo una entrevista...

Aunque había actividad a esas horas, el lugar estaba cerrado al público.

-Al fondo- respondió indolente un joven ocupado en dejar los pisos relucientes.

Avanzó en el salón vacío. Al fondo había sólo una mesa ocupada. Se encaminó hacia allá.

-Perdón...- dijo aclarándose la garganta.

El muchacho desenterró la cabeza de los papeles que revisaba y ambos se vieron. Una expresión confusa se adueñó de sus rostros.

"Maldición, es él", pensó al verlo.

No era otro que el muchacho que había cruzado minutos atrás, ese que correspondió su mirada con un sugerente guiño.

"O tengo el puesto asegurado o me despacha sin pensarlo dos veces", se dijo. No todos aprobaban la idea de mezclar trabajo con asuntos personales. Maldijo para sus adentros, asustado ante la perspectiva de que un error tan estúpido pusiera en peligro su plan.

Para su sorpresa, la expresión contrariada del joven se trocó en sonrisa al tiempo en que se ponía de pie.

-¿Vienes por el empleo, verdad?- preguntó como si lo viera por primera vez.

-Sí...así es...- respondió algo turbado.

-Pues que bien- dijo extendiéndole la mano- siéntate por favor.

Presto a corresponder el saludo, el visitante apoyó en el suelo la maleta.

-Mi nombre es Julian- se presentó sonriente- Julian Christiansen. (1)

Hacía ya mucho que evitaba usar en público el nombre de su padre y todos allí lo conocían por su apellido materno.

-Nicholas Valensi- dijo reservado.

-¿Podemos dejarlo en Nick?- preguntó repitiendo el guiño con que había acusado recibo de su mirada minutos atrás.

-Claro que sí...- concedió con una sonrisa.

"Podemos dejarlo donde tú quieras", se dijo pero reprimió la respuesta, intuyendo que quizá no ayudaría. Quería concentrarse, dejar de imaginarlo, preguntándose si desvestido luciría tan bien como con ropa.

-Valensi...eso es...¿italiano?- arriesgó.

-No...es...

Estuvo a punto de decir tunecino pero...¿para qué? Cuanto menos revelase, mejor sería todo. (2)

-No estoy seguro de que sea italiano- se corrigió y dispuesto a cambiar rápidamente de tema, replicó- ¿Qué hay de usted? ¿Alemán?

-Danés- explicó- y no es necesario que seas tan formal.

Notando que parecía dispuesto a fingir no recordar el fugaz encuentro anterior, Nick se relajó.

-Y bien, dime Nick, ¿te interesaría trabajar como mesero?

-Para eso estoy aquí.

Julian apoyó los codos sobre la mesa y dejó reposar el mentón en sus manos entrelazadas. Contempló a Nick con tal detenimiento que su interlocutor sintió la necesidad de bajar la vista un instante.

-¿En qué horario estás disponible?

-En el que sea necesario- respondió firme.

-¿Tienes experiencia en este trabajo?

-Ayudé un tiempo en...en un emprendimiento familiar- respondió sin deseos de entrar en detalles sobre el restaurante que alguna vez fue de su madre y en el que había trabajado junto a sus hermanas. (3)

-Supongo que entonces no tardarás en familiarizarte con la distribución de las mesas y la carta.

-Claro que no. Y lo que sea que no sepa lo aprenderé en poco tiempo- dijo entusiasta- de hecho, puedo empezar hoy mismo.

-Tranquilo...- susurró Julian riendo.

-Me refiero a que puedo empezar como día de entrenamiento, sin remuneración.

-Tranquilo, amigo- repitió dejando que la punta de sus dedos rozaran la mano de Nick- no es necesario.

-Es que...necesito mucho este empleo- dijo ensayando su mejor expresión sufriente.

-Puedo imaginarlo pero no soy el dueño. Yo también trabajo aquí. Sólo estoy entrevistando a los interesados a pedido de mi jefe.

-Ya veo...- respondió y un dejo de decepción asomó en su voz.

-Pero pierde cuidado- lo animó en tono afable- en lo que a mí respecta, estás recomendado. Tienes experiencia y disponibilidad. No se requiere mucho más. Sólo hace falta que el dueño lo apruebe. Si él no tiene objeciones con los seleccionados, ya tienes empleo.

-Entonces...

-Entonces te llamaré. Hoy mismo, lo prometo- dijo Julian ofreciendo su mano para el saludo final.

(1) En efecto, Christiansen es el apellido materno de Julian y su madre Jeanette es oriunda de Dinamarca.

(2) El padre de Valensi era tunecino y su madre, francesa.

(3) En la vida real, Valensi trabajó como mesero y su familia fue propietaria de restaurantes. En los 80's regentearon el Cafe Bonjour, el cual cerraría temporariamente tras la muerte del padre de Nick para reabrir más tarde bajo un nuevo nombre. Hasta 2018 cuando menos, la madre del guitarrista continuaba al frente del emprendimiento. Una de sus hermanas también es parte del rubro gastronómico.

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